Guadalupe Loaeza/ Mi nueva amiga, la Argentina

AutorGuadalupe Loaeza

Para Tununa y Noé.

Podría decir que en lo personal nunca me cayeron mal; al contrario, invariablemente les encontraba un encanto muy especial. De los chicos me gustaba cómo hablaban, cómo se vestían con su blazer, calzando sus eternos mocasines de flecos, pero sobre todo, la forma en que se peinaban, con gomina, todo para atrás. Entonces sus discusiones sobre política me apabullaban. A las minas les atribuía virtudes envidiables. En contraste con las mexicanas de los años sesentas, ellas me parecían, además de elegantes y sofisticadas, muy divertidas. No obstante las encontraba insoportablemente snob, me impresionaba su actitud moderna y liberada para la época. Estaba segura que ninguna de ellas quería llegar virgen al matrimonio. Creía que si a alguna de ellas le hubiera mencionado mis deseos en ese sentido, me hubiera dicho: ¡pero, ¿qué decís? ¡Esas son pavadas! En otras palabras los argentinos, me apantallaban.

Por otro lado, hay que decir que siempre que se hablaba de ellos en alguna reunión, se comentaba la misma frase satírica que hemos escuchado una y mil veces: El mejor negocio de tu vida es comprar un argentino en lo que vale y venderlo en lo que él cree que vale. Igualmente entre bromas y veras, en esos años, nos preguntábamos: ¿qué es el ego? El pequeño argentino que todos llevamos adentro. Según se decía que los argentinos eran más pedantes fuera de Argentina que dentro. El caso es que entre todos los latinoamericanos, los argentinos eran los más difíciles de soportar por diferentes razones: porque se veían y se sentían europeos, porque eran dueños de los mejores bifes del mundo, porque Buenos Aires era igualito a París y porque nadie les ganaba en el futbol.

Muchas veces llegué a pensar que en el fondo les gustaba a los argentinos que se hiciera ese tipo de chistes. Además de encontrarlos simpáticos, muchos de ellos, hasta los celebraban, como un ejercicio de autocrítica y de salud mental. ¡Cuando venían sus familiares de visita a México, cuántos de ellos, los han de haber encontrado, efectivamente, insoportables y pretenciosos! Después de haber vivido aquí muchos años, cómo han de haber padecido sus comentarios respecto a un país cuya historia y cultura desconocían por completo. Y por último nos preguntamos cuántos de estos mexargentinos no han de haber optado mejor por callarse antes de sumergirse en discusiones totalmente estériles respecto a las diferencias que existen entres mexicanos y argentinos, siempre con la finalidad...

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