Guadalupe Loaeza/ 'Novia que te vea...'

AutorGuadalupe Loaeza

El sábado pasado Sofía cumplió 54 años. Por primera vez en toda su vida, en esta ocasión no le importó hacerse más vieja;sabía que en unos meses se convertiría en una novia, no obstante hacía 30 años, se había vestido de blanco. De alguna manera, su madre, desde que era muy niña, siempre le dijo:"Novia que te vea...", como reza el título de la espléndida novela de Rosita Nissan, evocando una costumbre milenaria de los judíos sefarditas. Por eso en la primera persona que pensó cuando le pidieron la mano fue en su mamá.

Felipe era su novio. Curiosamente lo que los había atraído la primera vez que se conocieron, había sido una conversación que tenía que ver con sus respectivas deudas financieras. "Por el momento tengo mi tarjeta bloqueada. Soy una consumista incorregible", comentó Sofía en aquella cena organizada por Humberto, un amigo mutuo, a quien, hacía tiempo se le había metido en la cabeza que estaban hechos el uno para el otro. "Mi caso es aún peor. A mí ya me retiraron todas mis tarjetas. En una época yo también fui muy consumista", dijo Felipe con sus ojos sonrientes color caramelo quemado. Cuando Sofía escuchó lo anterior, se le quedó viendo como tratando de reconocer a un viejo amigo que había conocido en otro tiempo y en otro lugar. Lo más llamativo de todo es que Felipe le regresó la mirada como si también él la hubiera reconocido. A partir de esa noche fría de enero ya no se separaron más. Ambos eran de la misma edad, compartían los mismos recuerdos, las mismas nostalgias, el mismo gusto por el cine, por la música, por la literatura, tenían la misma ideología política y lo más importante, el mismo sentido del humor. Hablaban de todo:de sus malas y pésimas épocas sentimentales y económicas. Por ejemplo, de cuando Felipe fue víctima de eso que llamaba anatocismo, es decir, de los tiempos en que los deudores tenían que pagar intereses sobre intereses. "Yo formé parte de El Barzón", le confesó Sofía una noche saliendo del cine. "Yo creí en Salinas y quebré", le dijo él una tarde en tanto tomaban un chocolate en el Snob de Polanco. "Yo creí en una Sofía que no existía, y me divorcié", le comentó una madrugada. ."A mí me pasó lo mismo pero al contrario. Yo me divorcié porque creí en mí", le respondió Felipe en un tono muy enigmático. "Yo creí en la lealtad y me topé con la infidelidad", le dijo ella a él.

Yo creí en la solidaridad y me enfrenté con la soledad", le dijo él a ella. Y así, mientras pasaba el tiempo entre sus respectivas...

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