Guadalupe Loaeza / A través del espejo

AutorGuadalupe Loaeza

Se dice fácil, pero 60 años es un montón de tiempo. Son seis décadas, lapso en el cual pueden suceder las cosas más inimaginables del mundo. Como por ejemplo, convertirse, de la noche a la mañana, en una mujer sesentona. Por desgracia ese será mi caso. El próximo sábado, es decir pasado mañana, justo a las siete de la mañana, según mi acta de nacimiento cumpliré esa edad. ¡¡¡Noooooooooo, qué horror!!! Me parece imposible. Juro que no he vivido tanto tiempo. Si parece que fue ayer que hice mi primera comunión. ¿A poco fue hace tantos años? Pero si todavía tengo presentísimo lo que le pedí ese día al Niño Jesús: nunca llegar a vieja. ¿Por qué aunque una no quiera se tienen que cumplir años a fuerza? Si hubiera sido por mí, hubiera dejado de cumplir hace por lo menos 20 años, entonces tenía 40, y no es por nada, pero estaba hecha un verdadero ¡bombón!

¡Qué injusto es el tiempo! Si pudiera hablar con él, le pediría cuentas y le preguntaría por qué diablos es tan implacable, especialmente, con las personas que tanto le temen. Lástima que no lo conozco, de lo contrario, ya le hubiera pedido una cita urgente. El que sí lo conocía de maravilla es el Sombrerero, personaje de Alicia en el País de las Maravillas y de su secuela, A través del espejo, de Lewis Carroll. En el capítulo "Una merienda de locos" del primer libro, el Sombrerero le dice a Alicia que no hay que matar el tiempo porque es todo un personaje. También le comenta que si tuviera buenas relaciones con él, podría hacer todo lo que deseara con su reloj. "Por ejemplo, supón que son las nueve de la mañana, justo la hora de empezar las clases, pues no tendrías más que susurrarle al Tiempo tu deseo y el Tiempo en un abrir y cerrar de ojos haría girar las agujas de tu reloj. ¡La una y media! ¡Hora de comer!"

¿Acaso mi problema se debe a que no me he llevado bien con el tiempo y por esa razón el próximo sábado cumpliré toda esa bola de años? ¿Cuántas veces lo habré matado en todas esas décadas sin haberme dado cuenta? ¿Cuántas veces lo habré perdido sin haber tenido la precaución de ir a buscarlo? Y ¿cuántas veces lo habré ignorado pensando que siempre estaría allí para girar las agujas de mi reloj a mi gusto? Ahora, me temo que ya sea demasiado tarde para resucitarlo o por lo menos para rescatarlo. ¡Qué absurda... tantos años transcurridos sin jamás caer en la cuenta de que había que hacerse amiga del tiempo. Too late is too late, me dice una vocecita bilingüe. ¿Y si le mando un mensaje y le...

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