Guadalupe Loaeza / 'Terremoto'

AutorGuadalupe Loaeza

De todas las entrevistas que realicé para el libro Terremoto: ausentes/presentes, 20 años después (Planeta), la que más me impactó fue la de Lourdes Valencia. He aquí algunos fragmentos:

"El 18 de septiembre de 1985 fui internada en el Hospital de Ginecología del Centro Médico porque había presentado aborto espontáneo y pues dado mi cuadro clínico tenían que practicarme un legrado, pero esa noche no pudieron hacerlo y tuve que esperar hasta el día siguiente.

"Ingresé a quirófano a las 7 de la mañana del jueves 19 pero se suspendió la famosa cirugía porque el autoclave se descompuso y me tuvieron que regresar a mi cama que para colmo ya estaba ocupada, así que me mandaron a otra y me pidieron que me durmiera. Pasaron unos tres o cuatro minutos, cuando sentí un jalón. Medio escuchaba los gritos y el caos, pero estaba adormilada, como que estaba soñando, hasta que salí volando por lo que era un hueco hacia quirófanos, porque las camas tenían rueditas. La persona que ocupó mi cama designada en un principio, desafortunadamente, perdió la vida.

"En cuanto llegué al área de quirófanos empecé a ver cómo todo se venía abajo, brotaban ladrillos de todas partes. En ese momento estaba muy enojada, sobre todo con Dios. Escuchaba mucho ruido y los llantos de bebés, había mucho humo. De pronto, mi cama se atoró y que salgo proyectada con tanta velocidad que perdí hasta la bata; después, todo fue silencio, estaba desnuda, tendida sin poder incorporarme, una losa me lo impedía.

"Estuve un rato quieta, sentía que escurría sangre, sentía algo caliente en mi espalda, y me dolía todo el cuerpo. No entendía bien a bien qué me pasaba; temía que todos mi hijo y mi familia estuvieran muertos. El tiempo se detuvo para mí, creí que había permanecido atrapada sólo unos minutos, pero habían pasado tres horas. Quería y no quería salir, tenía miedo de ver la realidad. Antes de que me rescataran me dije: 'mejor ya me desangro aquí'.

"Tenía 26 años y en lo único que pensaba era en la muerte, hasta que la imagen de mi hijo me llenó de luz: 'a lo mejor me necesita'. Esa idea me dio la fuerza para salir. Busqué a tientas un ladrillo y comencé a golpear uno de los barrotes, lo único que podía era mover la muñeca. Escuchaba pisadas, helicópteros. Alguien me escuchó y comenzaron a escarbar, estábamos atrapados como 12 personas, la mayoría médicos. Abrieron un hoyo, trataron de jalarme yo empecé a arrastrarme, me aventaron una sábana, porque estaba desnuda, y que se atora entre...

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