Guadalupe Loaeza / Sesenta y ocho

AutorGuadalupe Loaeza

"¡Ni una foto más!", exclama Sofía cada vez que se ve fotografiada en alguna sección de Sociales. "¡Ni una foto más!", se vuelve a decir cuando alguno de sus hijos le reenvía una selfie tomada entre sus nietos, desde su celular. "¡Ni una foto más!", le suplica a sus amigas compulsivas que toman foto tras foto en todos los desayunos o comidas en las que se reúnen.

"¿Cuántos dices que cumples?", le preguntó Bernardo, a quien tuvo la imprudencia de confesarle que hoy era su cumpleaños.

Sofía le contestó de prisa, como de corridito y en voz muy baja para que no la escuchara Vero, que estaba a su lado. "¿¿¿¿¿¿Zezenta y ocho??????", preguntó su amigo casi a gritos y con acento muy español.

No sabía cómo reaccionar ante la evidente sorpresa de Bernardo. ¿Qué quería decir tanta efusividad? "¡Qué barbaridad, pero si pareces de 50!". O, "¡qué barbaridad, pensaba que eras mayor!". O, "¡qué barbaridad tienes la misma edad que mi madre!".

Sofía no se ofendió. Ya estaba acostumbrada a ese tipo de ofensas involuntarias. Guardó silencio y se limitó a sonreírles a sus amigos. Es cierto que era mayor que ellos, pero no era para que se lo hicieran notar con tanta vehemencia.

Tenía constantemente la impresión de que en cualquier reunión ella era la mayor, cuando hace apenas unos pocos años era la menor. "Todo es culpa del tiempo, no mía", pensaba para sus adentros.

"No es más que un asunto de relatividad", se decía como para recordar lo poco que sabía de física. Para en seguida preguntarse furiosa: "¿Por qué no me hice una cirugía plástica cuando aún era tiempo? Ahora ya es demasiado tarde. Sería muy obvio, y muy peligroso porque podría morirme en el quirófano. El botox ya no me funcionaría. Tengo las arrugas demasiado profundas. A esta edad ya no me funciona nada más que el corazón. Eso sí, dicen que tengo muy buen corazón. Pero a esta avanzada edad temo que sus latidos sean más pausados.

"Confieso que mis sentidos han perdido agudeza. Oigo menos, veo menos, siento menos, pero hablo más, ha de ser para compensar. El paso del tiempo es terrible. Me gustaría que mis múltiples fotos de juventud envejecieran por mí, como Dorian Gray. La verdad es que en algunas le doy un aire a Jane Fonda, en la película 'Barbarella'. Para ver estas fotos me tengo que tomar antes un antidepresivo. Si se las mostrara a mis nietos, ninguno creería que soy yo. Ni mi marido me cree. La única que está cierta soy yo, sin embargo, a veces llego a dudar. '¿Esa chica tan guapa y tan...

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