Guadalupe Loaeza / Las nostalgias de un siglo
| Autor | Guadalupe Loaeza |
Para Enrique Goldbard
Cien años, 20 lustros, 10 décadas, 36 mil 500 días, mil 200 meses, 100 primaveras, 100 veranos, 100 otoños y 100 inviernos, 228 eclipses solares y 248 eclipses lunares, dos guerras mundiales, millones y millones de muertos, millones y millones de nacimientos, países desaparecidos y creados, multiplicidad de inventos. Por primera vez, un amplio público escucha cantar a Caruso el aria Vesti la Gubbia; ve actuar a Chaplin; advierte a lo lejos el avión de Lindbergh; puede leer a gusto su periódico en medio de las tinieblas; "ring-ring" chillaban unos aparatos con los cuales se podía uno comunicar a miles de kilómetros con tan sólo decir "hello!", expresión inventada también por Thomas Edison; "run-run" comenzaron a hacer unos vehículos sin necesidad de ser jalados por caballos; grupos de mujeres empezaron a decir "¡¡¡basta!!!" de sumisión, de no participación ciudadana, de vejaciones, de maltrato y del silencio ancestral; surgimiento de un avasallante gusto por una bebida negra con burbujas de bióxido de carbono; un señor apellidado Gillette inventa el artefacto que será el más vendido de la historia de este siglo; la mujer se libera del corsé y, por primera vez, sus formas naturales se adivinan a través de ropas fabricadas en un material llamado tejido de punto y diseñadas por una mujer que cambiaría el concepto de la moda en el mundo: Coco Chanel; se crean las fibras artificiales, la inteligencia artificial y el "look" artificial; gracias a la penicilina, las vacunas y la salud pública, la expectativa de vida aumenta al doble en los países industrializados.
Hay tantos y tantos sucesos y descubrimientos alrededor del Siglo 20 que la lista anterior podría resultar interminable. Sin embargo, no quisiéramos dejar nada fuera. Quisiéramos recordarlo todo, todo, todo. Contarlo todo. Lo bueno y lo malo. Lo terrible y lo esperanzador. Lo fatal y lo vital. Los avances y los retrocesos. La evolución y la involución. Es tanto nuestro deseo de internarnos plenamente en el Siglo 20 que hasta estaríamos dispuestos a meternos en la máquina del tiempo. Ojalá que existiera un pedacito de hongo como aquel que consumió Alicia, la de Lewis Carrol, para viajar al pasado y encontrarnos con reinas aunque nos manden cortar la cabeza. Es tal nuestra gana de rescatar tantas y tantas cosas de estos 100 años que estaríamos de acuerdo con que el Doctor Breuer, el gran hipnotizador, nos trasladara a principios de 1900 en el cuerpo de otra persona. De ahí que con cierta angustia comencemos a preguntarnos: ¿Cómo no referirse a Sigmund Freud, el creador del psicoanálisis? ¿Cómo no mencionar a Alexander Fleming, descubridor de la penicilina? ¿Cómo olvidar al matrimonio Curie, gracias al cual se conoce la radioactividad? ¿Cómo no evocar a Thomas Alva Edison, quien nos regaló la luz y el sonido? ¿Cómo no traer a la memoria a los hermanos LumiÅre, cuyo apellido sería premonitorio de su invento: el cinematógrafo?
Y hablando de hermanos, ¿cómo dejar fuera a Orville y Wilbur Wright, quienes volaron en un aparato más pesado que el aire? ¿Y los Marx: Groucho, Harpo, Chico y Zeppo? Y hablando de hermanos cómicos, ¿los Salinas de Gortari? ¿Y George e Ira Gershwin, quienes nos embrujaron con su Rapsodia en azul? ¿Y los Avila Camacho, dueños de medio México? ¿Los Barrymore, John y Lionel, actores de teatro y de cine? ¿Hugo, Paco y Luis, sobrinos del Pato Donald? ¿Y los hermanos Carrión? ¿Y los "cuates" Castilla? ¿Y los Everly Brothers que tanto nos acompañaron en los 50 con sus canciones como Dreaming? ¿Y los Ruiz Massieu, cuyo destino fue más trágico que el de la familia Kennedy?
Al recordar a los personajes anteriores, es evidente que se nos aparecen en la memoria otros muchos más. Pero ¿de qué manera podríamos presentárselos sin incurrir en imperdonables olvidos? ¿Cómo hacer para presentárselos todos en fila, así, muy ordenaditos? Recurramos, pues, a uno de los...
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