Guadalupe Loaeza / No me hallo

AutorGuadalupe Loaeza

Para Lydia Cacho, con toda mi solidaridad.

No me hallo, por más que le hago, no me hallo, como dice la canción del mismo título que solía cantar el maravilloso grupo tapatío de Julio Haro, El Personal. Hay días en que no me quiero despertar, tengo la impresión que mis párpados se mantienen pegados, como si antes de dormirme los hubiera cubierto de Resistol 5000. Esto me sucedió ayer lunes por la mañana. Por más que quería abrir los ojos, no podía. ¿No podía? No, no quería. Abrirlos significaba ver una realidad en un país que no me gusta nada, por eso no me hallo. Ando como perdida, sin poder encontrar mi lugar. ¿Dónde estoy?, me pregunto. ¿Dónde estamos?, me vuelvo a preguntar. Me temo que todos estamos perdidos, bien perdidos. Qué difícil es hallarse en un país como México, en el cual, por ninguna parte aparecen señales que nos indiquen qué camino tomar.

-¿Por aquí?

-¡No, por allá!

-¿Por éste?

-No, por el otro.

-Es sentido contrario y está muy oscuro...

-No importa. Ése es el bueno... los mexicanos votaron por ese camino.

-Pero si está lleno de baches, de basura y de toneladas de mierda...

-Pues sí, pero es el único que tenemos por el momento. Ya lo iremos arreglando con el tiempo. Te lo digo yo que me conoces. Te lo firmo y te lo cumplo...

No, no me hallo y menos por ese camino que nos regresará al PRI. En tanto lo caminemos, nos encontraremos con todos los PRIs que han existido a lo largo de décadas y al cual solíamos criticar con tanta vehemencia. Será imposible no toparnos en los próximos seis años con los Salinas de Gortari, los Durazo, los Montiel, los Marín, los Ulises Ruiz, los Gamboa Patrón, los Hank González, los Gómez Villanueva, los Moreira, etcétera, etcétera.

Hace unos días me encontré con una amiga que hacía mucho no veía y que acababa de cumplir 70 años. No la reconocí. Se había inyectado tanto "botox" que su rostro se veía distorsionado, desdibujado y desfigurado. Ya no tenía arrugas, pero su papada, toda ondulada, era impresionante. Sus ojos se habían reducido al máximo y su boca era un rictus en forma de garabato. Su forma juvenil de vestir contrastaba con la lentitud de sus movimientos. Caminaba muy, muy despacito. Para colmo se le asomaba, en medio de un cabello delgadito y cansado por tantos tintes, una ligera calvicie. "Estoy feliz, nunca me había sentido tan joven", me dijo mostrando su dentadura cubierta de jackets. De inmediato me acordé del rostro que nos quiere vender el supuesto nuevo PRI. Como dice Javier...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR