Guadalupe Loaeza / El ministro Góngora

AutorGuadalupe Loaeza

"Mi salida es gracias a usted", le dijo Ana María Orozco a Carmen Aristegui al finalizar la entrevista que le hiciera el día de ayer la conductora a raíz de la liberación de la ex pareja del ministro Góngora. Unos minutos antes, la madre de Ulises y David, hijos del ministro, le reiteraba a la periodista: "Usted es mi máximo en mi vida". Tenía razón Ana María de agradecerle su intervención, ya que si Aristegui no hubiera hecho pública la injusticia que le había cometido el ministro Góngora, su caso aún estaría a la sombra de los oscuros pasillos de la justicia mexicana.

Por lo pronto, el prestigio del ministro Góngora está por los suelos. A pesar de haber defendido el caso de Lydia Cacho, de estar a favor de la despenalización del aborto y de asumirse como un hombre de izquierda, ahora lo advertimos como a un juez de pacotilla, como a un cheque sin fondos y como a un padre deshumanizado capaz de encarcelar a la madre de sus dos hijos, quienes desafortunadamente padecen de autismo. Como bien dice Luz Emilia Aguilar Zinser en su texto: "Justicia, poder, teatralidad y medios" (Excélsior, 30-05-2013): "Góngora promovió el encarcelamiento de Ana María Orozco por un acto que parece coincidir con un delito tipificado en nuestras leyes, pero que no puede considerarse una falta a la luz del sentido común. Se le acusa de fraude genérico por haber puesto a su nombre, y no de los hijos que procreó con Góngora, una casa comprada con dinero del ex ministro. David y Ulises Góngora Orozco son menores de edad y autistas. ¿Qué otra cosa podía haber hecho Ana María sino poner la casa a su nombre, cuando por añadidura el padre de los hijos no quiso ir a la firma de escrituras? La acusación tiene las características obvias de un acto de venganza, derivado de que Orozco demandó al poderoso doctor en derecho la pensión alimenticia en favor de sus hijos". Para colmo, el ministro Góngora presionó a la abuela de sus hijos (quien se metió como empacadora en un súper para ajustar los costos del tratamiento de los niños), para que acusara a su hija, como madre golpeadora.

Un año completito estuvo Ana María encerrada en el Centro Femenil de Readaptación Social Santa Martha Acatitla. Un año sin poder atender a sus dos hijos, a sabiendas que requerían de tratamientos muy especializados y un año preguntándose cómo era posible que el ministro Góngora, a quien tanto admiraba cuando era su colaboradora y pareja por preocuparse "por el bienestar de las mujeres y de los niños"...

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