Guadalupe Loaeza / 'Juanito'

AutorGuadalupe Loaeza

Había una vez un niño que se llamaba Rafael, pero curiosamente todos lo conocían con el nombre de Juanito. Nació en el seno de una familia muy pobre, por eso tuvo que trabajar desde niño. Abusadillo desde chiquillo, Juanito era muy ambicioso; a sus amiguitos les decía que de grande iba a ser un político muy importante de Iztapalapa y que ayudaría a los pobres. "A todos les voy a dar agua. Voy a trabajar para que todos los niños vayan a la escuela y que no tengan que vender chicles en la calle", les decía sentado en la banqueta con su cajita de goma de mascar sobre las piernas y con una bandita tricolor en su cabeza. "Juanito será grande", les repetía constantemente, pero nadie le creía.

Andando el tiempo la fama de Juanito crecía de más en más. Siempre ganaba su equipo de futbol que él mismo comandaba; gracias a su impulso se convirtió en un excelente boxeador. Era tan simpático y desenvuelto, que un día le propusieron un papel para una película en donde salía bailando con un grupo de muchachas muy alegres. Aunque nunca fue bueno en la escuela, era tan abusado que se metía en todas las conversaciones de personas mayores y opinaba con mucha autoridad, pero sin saber lo que decía. Lo que todos ignoraban es que Juanito apenas sabía leer y escribir. Pero esto no le importaba, el se lanzaba en cualquier empresa y la mayor parte de las veces se salía con la suya.

¡Ah, qué peleonero era Juanito!; se peleaba con todo el mundo, hasta con la policía se llegó a dar de golpes, lo cual le costó perder varios dientes. Pero tampoco esto le importó, lo que le interesaba era ser popular. "Juanito es grande", le recordaba a todos. Cuando era adolescente le encantaban los helados, por eso un buen día le propuso a sus "cuates" de la pandilla abrir una heladería. "Miren, los hacemos con el agua de la llave y los vendemos como si fueran de crema, así nos ganamos una buena lana". Así sucedió. Juanito puso su negocio y le fue muy bien; nada más que a la hora de repartir las ganancias él se quedó con la mayor parte y a muchos de sus amigos no les pagó lo que les había prometido, esos amigos se convirtieron en enemigos. Pero esto no le importó, él lo que quería era salirse con la suya, a pesar de que era muy devoto de la virgencita de Guadalupe.

Nada le gustaba más a Juanito que le tomaran fotos. Todo el día andaba con una camarita y suplicaba que lo fotografiaran. "Tómeme una foto, es que yo soy el gran Juanito. Yo voy a ser muy famoso, así es que el retrato que me...

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