Guadalupe Loaeza / Infamia presidencial

AutorGuadalupe Loaeza

¿Qué diría el filósofo mexicano Luis Villoro, quien hoy cumpliría cien años, de las infames palabras dichas por el presidente de la República contra su hijo? ¿Qué diría el Premio Nacional de Ciencias y Artes de la baja estofa de López Obrador al referirse a Juan, miembro del Colegio Nacional, como "gelatinoso", porque "le falta más contextura, aplomo. Y para justificarse pues empieza a buscar excusas"? ¿Qué diría quien fuera embajador de México ante la Unesco de la actitud tan ofensiva y corriente de AMLO hacia Juan, autor de más de 20 obras y Premio Herralde, al insistir en decirle: "Lo que pasa con Juan Villoro es que lo considero un escritor, un hombre inteligente, pero acomodaticio, interesado en no comprometerse, no confrontarse con la oligarquía, con el poder"?

Ya basta, señor Presidente, con sus insultos, agresiones y calificaciones poco dignos de un mandatario. ¡Ya basta con sus mañaneras insulsas! Y ¡ya basta de personalizar sus ataques frente a todos los medios! ¿No le da vergüenza ponerse a ese nivel tan patético? ¿Cuál es su problema con los intelectuales y la clase media ilustrada? ¿Por qué descarga su frustración de esa manera tan poco digna? Y después se pone hecho un energúmeno porque critican a sus hijos, ¿qué clase de educación les está dando? ¿Se imagina lo que siente la madre de Juan Villoro, Estela Ruiz Milán, de 89 años, maestra de Literatura Española y doctora en Psicología por la UNAM, y becaria en Filología en el Colegio de México? Pero eso sí, a la mamá de El Chapo, toda su consideración, ¿verdad? Y dice usted: "¡Cómo no voy a saludar a la señora, a una anciana?". ¿No le parece un argumento totalmente hueco y fuera de lugar? Lo peor de todo es que nadie de su gabinete se atreve a decirle que le baje, nadie de ellos le sugiere que cambie de actitud y nadie osaría enmendarle la plana. Qué pobreza de gobierno. Mejor hablemos de don Luis Villoro, que en nada se parece a usted.

Hoy, 3 de noviembre, don Luis Villoro Toranzo, nacido en Barcelona, España, el 3 de noviembre de 1922, cumpliría su primer siglo. Si algo llamaba la atención del filósofo, aparte de su inteligencia y trayectoria universitaria, era su físico: alto, delgado, de frente amplia, mirada penetrante y una sonrisa que nadie podía resistir. Además de su doctorado en Filosofía, obtuvo posgrados en la Sorbona, en París, y...

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