Guadalupe Loaeza / Habla la estatua

AutorGuadalupe Loaeza

"Todo el mundo en México habla acerca del 'terrible tirano y dictador' Heydar Aliyev, pero nadie se ha tomado la molestia de escucharme. Es cierto que soy una estatua de bronce, ahora aborrecida por miles de personas que me cuestionan. No entiendo. ¿Por qué entonces las autoridades del Distrito Federal estuvieron de acuerdo con la leyenda que reza la placa que aparece en mi monumento: 'Un gran hombre político, un hombre de Estado... un ejemplo brillante de la devoción infinita a la patria y fidelidad a los ideales universales de paz mundial'. Ese soy yo mientras fui Presidente de la República de Azerbaiyán. Pero ahora resulta que soy un villano, un autócrata y un ser despreciable. ¿Y los 10 millones de dólares que dio mi país para que me erigieran una estatua? Esos no son aborrecibles ni despreciables, ¿verdad? No entiendo a los mexicanos. Todos opinan a propósito de la insensibilidad que hubo por parte de las autoridades de la Ciudad de México al haber aceptado colocar mi estatua justo en el Paseo de la Reforma, pero nadie sabe nada ni de mi país, ni del conflicto con los armenios, ni mucho menos de mi mandato. No saben pronunciar el nombre de mi patria, no saben dónde se encuentra geográficamente y no saben decir correctamente mi nombre. Se hacen 'bolas', como se dice aquí. Su ignorancia ofende a mi pueblo. Y ahora están metidos en un brete: que si me quitan, que si me cambian de lugar, que si me van a pintarrajear, que si me harán desaparecer, que si esto, que si lo otro... ¡Qué horror todos estos juicios los he padecido peor que los que solía padecer en la KGB! Finalmente, la iniciativa tomada por mi país de muy buena fe ha sido contraproducente, no nada más para mi pueblo, sino para el de México. He estado pensando seriamente cuál sería la solución a este malentendido. Lo he reflexionado con toda la paz que me ofrece este lugar bordeado de árboles y flores y con toda la experiencia política que acumulé en la Unión Soviética. Incluso lo he consultado con Gandhi y Churchill, cuyas estatuas están muy cerca de donde estoy. Al principio se negaban a hablar conmigo por mis antecedentes, reconozco que no son los más transparentes. Pero, después de todo, la zona del Cáucaso se ha caracterizado por ser muy conflictiva. A veces los malos son los buenos y, a veces, los buenos son los malos. Toda la maldad y la podredumbre se cura con una medicina, negra, el petróleo. En mi país hay mucho y a todos les interesa. Finalmente, después de discutir a...

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