Guadalupe Loaeza / Guelaguetza

AutorGuadalupe Loaeza

Regresé a Oaxaca. Aquí estoy. Desde hace dos días, duermo y me despierto en la habitación de un hotel maravilloso que se llama "Victoria", de la cual se percibe todo Oaxaca, incluyendo su catedral. Todos aquí son muy amables y sonrientes, su único deseo es darle gusto en todo al huésped. Hace apenas un ratito, Lucía me trajo de regreso un viejo huipil que usaré para ir a la Guelaguetza. "Oiga, fíjese que no me lo puedo meter por la cabeza, porque la apertura del cuello está sumamente estrecha. ¿Usted cree que se puede arreglar?". Quince minutos después lo tenía de regreso. En el hombro del lado derecho habían sido colocados, por las mágicas manos de Lucía, tres broches de presión miniatura. No lo podía creer. Tan rápido y tan bien hecho.

Así es la ciudad de Oaxaca, por donde se le vea, está muy bien hechecita y a todos lados se llega bien rápido. Por ejemplo, el lunes 23, llegaremos en un dos por tres a donde se llevará a cabo La Guelaguetza, muy cerquita del hotel. En esta ocasión será todo un acontecimiento porque se festejan los primeros 80 años de la máxima fiesta de los oaxaqueños. Con este motivo se inauguró hace unas semanas una exposición titulada Homenaje Racial, con 22 fotografías del artista Aarón Pérez Yescas. Allí aparecen las primeras imágenes de lo que, con los años, se convertiría en La Guelaguetza. Ese mismo año de 1932, el 6 de enero, Alfonso Caso había descubierto en la Tumba 7 el tesoro más importante de la arqueología mexicana en Monte Albán. En el mes de mayo, el gobierno organiza con motivo del 400 aniversario de la ciudad un evento llamado "Homenaje Racial" en donde se realizaba anualmente "La Fiesta de las Azucenas". En las fotografías se ve cómo llegaban centenas de personas, ataviadas con sus trajes de fiesta, de muchas partes de Oaxaca y subían al Cerro del Fortín. Las fotografías, en blanco y negro, son bellísimas, aunque los rostros de algunos indígenas se aprecian muy melancólicos. No era para menos. Un año antes, en 1931, Oaxaca había sufrido, un terremoto que destruyó prácticamente toda la ciudad. Conventos, monumentos, iglesias, plazas, residencias de ricos y casas pobrísimas de adobe aparecen totalmente destruidas en la extraordinaria película filmada por el soviético Sergei Eisenstein.

No hay duda, el pueblo oaxaqueño ha sufrido muchas inclemencias, las naturales y las no-naturales. No en balde sus compositores más famosos, como Macedonio Alcalá y Tata Nacho, le han escrito a su estados las composiciones...

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