Guadalupe Loaeza / Consulta Verde

AutorGuadalupe Loaeza

Nunca imaginé que doña Lola, mi madre, fuera una mujer que se preocupara por los problemas ecologistas. Esto lo pensé al leer la sexta pregunta de la Consulta Verde que se llevará a cabo el próximo domingo 29 de julio de 8:00 a 20:00 horas. "¿Estás de acuerdo en aumentar los espacios verdes en la ciudad y establecer la obligatoriedad de arborizar las azoteas en toda nueva construcción en el Distrito Federal?", inquiere el pequeño folleto en donde se encuentran 10 preguntas relacionadas con proyectos y temas ambientales.

Lo que sucede es que en la azotea de mi casa había muchísimas macetas con todo tipo de plantas: azaleas, geranios, margaritas y nomeolvides. En cada esquina doña Lola había mandado a poner unas jardineras de hierro forjado llenas de helechos y de hiedras. La verdad es que me encantaba la azotea de mi casa, desde donde se veía buena parte de la colonia Cuauhtémoc, el Paseo de la Reforma y los últimos pisos del Hotel Hilton. Durante las vacaciones escolares (nunca salíamos de la ciudad), me iba a la azotea a tomar el sol. Instalaba en el piso de loseta una gran toalla; en una mesita ponía mi radio portátil (siempre escuchaba 6.20), una jarra llena de agua de limón, un paquete de cacahuates japoneses, varios cómics de Archi y una botellita con agua de coco con yodo. Mientras escuchaba "la música que llegó para quedarse", enfundada con mi traje de baño con faldita y mis anteojos negros, me sentía la "teenager" más moderna y afortunada de todo el planeta. Cuando sentía mucho calor, me daba mis buenos manguerazos de agua fresca. No me faltaba nada, tenía sol, aire puro, plantas verdes, agua y, por si fuera poco, me encontraba en el cuarto piso de una casa de cinco, en el cual se encontraba el tendedero y los tinacos. Era ¡feliz!

Aunque para entonces la Ciudad de México había crecido enormemente, no había contaminación ni problemas de agua ni de tráfico ni mucho menos inseguridad, por añadidura, había estabilidad económica y el dólar estaba a 12.50 desde hacía muchos años. En esa época, el Distrito Federal era una espléndida opción turística por su patrimonio cultural e histórico, el más importante del continente, además estaba cercano para los norteamericanos y resultaba políticamente neutral para los europeos. De ahí que la famosa frase de Alfonso Reyes ("Viajero, has llegado a la región más transparente") hubiera correspondido perfectamente bien a las expectativas para muchos de estos viajeros extranjeros de la época. ¿Por qué...

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