Guadalupe Loaeza / Conozco a los dos...

AutorGuadalupe Loaeza

Tengo la fortuna de conocer a los dos. De allí que me permita afirmar, sin la menor duda, que ambos harán, cada uno en su respectiva tarea, un papel formidable. Tengo entendido que ya han trabajado juntos y que siempre formaron un equipo eficaz y sumamente profesional. Los dos hablan el mismo idioma, el de la cultura. Desde hace muchos años, los dos han trabajado con excelentes resultados por México y los dos creen firmemente en la difusión de todo tipo de manifestaciones artísticas.

A él, lo conozco desde que nació, es decir hace 58 años. Entonces yo tenía 8 años. Recuerdo que era un bebé precioso. Con el tiempo le crecieron los ojos, las pestañas y las cejas, por eso hoy las tiene súper tupidas. Él creció entre libros. Su padre tenía una gran afición a la lectura, a la Historia mexicana, al arte mexicano y a la cultura europea, particularmente la francesa. Con él recorría monumentos, museos, iglesias y conventos coloniales. Desde que era niño tenía una verdadera pasión por la música clásica. Siempre iba a Bellas Artes, acompañado de su tío Pepe. En la biblioteca de su casa, siempre había pilas de libros de arte de todo el mundo. A pesar de su corta edad, a él le gustaba hojearlos una y otra vez. Gracias a su memoria prodigiosa, se acordaba de todas las fichas de las láminas que había recorrido, no nada más con sus ojotes, sino con su imaginación. Andando el tiempo, se volvió un lector voraz. Leía de todo, desde Walter Scott y Alejandro Dumas hasta Emilio Salgari. Su capacidad para imaginar otros mundos también fue creciendo. En cierta ocasión un compañero le dijo que platicaba como si contara historias. A partir de ese momento, se dio cuenta de que deseaba ser narrador y elaborar sus propios recuerdos, fantasías y ficciones. "Escribo por absoluta necesidad, ni siquiera lo hago por mí mismo, es el gusto más profundo. Es difícil que alguien escriba sin tener la afición y el placer de la lectura. Leer es fundamental para escribir", les decía a sus amigos. Nada le gusta más que escribir en absoluta soledad, y escuchar como fondo música clásica que va del siglo XVI hasta Shostakovich. Con este mismo ritual escribió dos libros espléndidos, los cuales, por cierto, se han vendido como pan caliente. Hay que decir que también tiene otra vocación, la del servicio. El currículum de su trayectoria profesional es muy largo, va desde los inicios de su carrera como diplomático, hasta como funcionario público. Lo que sí hay que decir es que en todos los...

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