Guadalupe Loaeza / El burócrata

AutorGuadalupe Loaeza

No hay nada más mediocre y patético que el típico burócrata que a todo le dice que sí a su jefe. No hay nada más triste que el burócrata agachado, servil, dispuesto a todo con tal de proteger las transas de su jefe. Por lo general este tipo de burócratas confunden la lealtad, con la complicidad. "Yo estoy a las órdenes de mi jefe. Y es mi jefe quien decide si le sirvo o no le sirvo. Yo sé a quién le respondo y cómo le respondo", dice el clásico burócrata, sobre todo aquel que se ufana de serlo 48 años ininterrumpidos. "Desde los 20 años no he dejado de servir a mis jefes", afirman con orgullo.

Por lo general, a todo el mundo le da mucha flojera el burócrata profesional. ¿Por qué? Por arrastrado, por lambiscón y por "bocón". Ah, cómo es "rollero", habla y habla y no dice nada; se contradice, se desdice, se pone nervioso y se hace bolas. Especialmente cuando está en entredicho la imagen de su jefe. "Que me insulten, que me critiquen, que me humillen y que me desprestigien, me tiene sin cuidado. Después de tantos años de servir, ya estoy acostumbrado. Para mí lo fundamental es la relación con mi jefe la cual me he ganado a pulso. Hace años que le sirvo. Él cree en mí y yo, en él. Eso me basta para continuar sirviéndolo en lo que me pida", afirma cada vez que tiene oportunidad. Desde el primer día en que el burócrata fue nombrado por su patrón, no ha dejado de pensar en otra cosa más que en servirlo. Cada vez que su jefe le llama a su celular, el burócrata se pone de pie, contesta de inmediato y con la voz temblorosa, dice: "A sus órdenes, jefe". Su voz es música para los oídos del burócrata, por eso siempre lleva consigo tres celulares, uno, que sostiene en su mano; otro, que guarda en el estuche que tiene en su cinturón y el tercero, lo guarda en uno de los bolsillos de su saco. Si a su esposa o alguno de sus hijos se les ocurre llamarlo, incluso para algo importante, en seguida contesta y casi en susurros, advierte: "No me llames. ¿Qué tal si me llama el jefe?". Por la noche, antes de acostarse, suele ocultar uno de sus celulares debajo de la almohada, en seguida, se coloca sus audífonos e intenta conciliar el sueño lo cual no siempre lo logra, ¿qué tal si le llama el jefe?

Fue precisamente el jefe quien le avisó a su burócrata más burócrata, de todos...

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