Guadalupe Loaeza / Te amo, mamá

AutorGuadalupe Loaeza

Querida mamá:

Hace muchos años, cuando estaba en el colegio, no había nada que me aterrara más, aparte de los exámenes finales, que la cercanía del Día de las Madres. Recuerdo que dos meses antes de la fecha, se nos anunciaba: niñas, dentro de unos días les repartiremos la costura que le darán a su mami. Finalmente llegaba el día de la distribución de los materiales para hacer el trabajo manual, cuya calificación era tan importante como las materias de geografía o historia.

Según el año que se cursara era la complejidad de la costura, la cual siempre tenía que ver con enseres domésticos. Las de sexto año, por ejemplo, tenían que bordar un mantelito de bridge, o bien, una bolsa de manta para la ropa sucia. Las de cuarto y quinto tenían que cortar un pedazo de fieltro para después decorarlo con muchas florecitas del mismo material hasta convertirlo en un precioso forro para el directorio telefónico. Las de primero, segundo y tercero tenían que bordar unos ramitos de flores que adornaban la frase de rigor: "Te amo, mamá", sobre dos bolsas que servirían para guardar los cepillos para el aseo de los zapatos. De todo lo que bordé en esos años, de lo que más me acuerdo es precisamente de ese cepillero que tantas dificultades me representó.

Recuerdo que durante varias semanas reemplazamos la clase de inglés por la de costura. Generalmente nos reuníamos en uno de los salones de actos para podernos sentar alrededor de la monja que nos instruía en nuestra respectiva costura. "Niñas, pongan mucha atención cuando borden las hojitas. Hagan de cuenta que tiene la forma de una cadenita. Procuren no coserla muy apretadita. El remate es lo más importante. Este deberá estar muy bien hecho, de lo contrario con las lavadas podría zafarse el hilo. Si quieren que les quede muy bonito su bordado, deberán rezar una oración; de este modo su mami se dará cuenta que lo hicieron con amor".

En tanto oía todas estas recomendaciones, me esmeraba al máximo al mismo tiempo que elevaba mis oraciones. Quería que mi bordado me quedara perfecto. Pero desafortunadamente, mamá, Dios no me llamó por el camino de la costura. Las flores me salían horribles; las hojitas en lugar de que se vieran alargaditas, parecían cuadradas; en la parte de atrás de la costura, se advertían unos nudos espantosos. Y por si fuera poco, siempre se me enredaba el hilo.

Tres veces me deshicieron el cepillero y tres veces me vi obligada a quedarme a comer en el colegio con el objeto de terminar tu...

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