Guadalupe Loaeza / Acuerdo histórico

AutorGuadalupe Loaeza

Para Leonardo Curzio.

Llevaba meses recorriendo el mundo para preparar la COP 21. Las dos últimas semanas antes de anunciar el resultado del acuerdo final, Laurent Fabius no había dormido en quince días. Aunque el ministro de Relaciones Exteriores de Francia sabía que su misión era casi imposible, no quitaba el dedo del renglón de centenas y centenas de documentos acerca del cambio climático. ¿Cómo poner de acuerdo a 195 Estados? "Si no logro mi objetivo, renuncio", dijo en una de sus tantas entrevistas. "Espero poner, el próximo viernes, la experiencia de toda mi vida política para llegar con éxito a la etapa final", anunció en su discurso inaugural de la Reunión del Comité de París. A pesar de todo, Fabius estaba confiado, escuchaba con atención las ponencias de muchos presidentes como por ejemplo la de Peña Nieto del 30 de noviembre: "México no podía faltar a esta cita histórica, por dos razones: porque es un actor que asume su responsabilidad global, y porque es un país especialmente vulnerable a los efectos de este fenómeno mundial". Hay que decir que desde marzo, México fue uno de los primeros países del mundo, y el primer país emergente, en hacer pública su contribución nacional (INDC) para reducir emisiones de gases de efecto invernadero. Uno de los ministros facilitadores del Acuerdo de París, y responsable de facilitar las negociaciones sobre la implementación del mismo, fue nuestro secretario de Medio Ambiente, Rafael Pacchiano. "No hay más tiempo, cada país tiene que aportar el esfuerzo que le corresponde. Solamente la acción colectiva nos permitirá estabilizar el incremento de temperatura por debajo de los dos grados centígrados", dijo Pacchiano en su discurso del 8 de diciembre. Por su parte, Ban Ki-moon, secretario general de las Naciones Unidas, era aún más contundente frente a los ministros y jefes de delegación: "Hay que salvar al planeta. No existe plan B, pues no hay planeta B". Pasaban los días y Fabius continuaba obsesivamente construyendo un rompecabezas de miles de piezas. "Es un alquimista", decían sus colegas. Visiblemente cansado, con ojeras en las ojeras, Fabius caminaba los largos corredores del parque de exposiciones de Le Bourget. "Si Fabius tiene éxito en esta encomienda que le ha dado Hollande, entrará a la historia con un gran nombre de la diplomacia mundial", afirmaba la BBC. "Los países más pobres son los que menos contaminan, pero son al tiempo los más afectados. Hay que buscar justicia...

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