Guadalupe Loaeza/ El ángel de las letras

AutorGuadalupe Loaeza

Carmen Boullosa habita en un mundo distinto al nuestro. En él la hierba crece sin tocar tierra. Es una hierba desnuda, acostada, "la siempre muerta", la llaman. En este lugar tan mágico, existe un laberinto en el cual a Carmen le gusta perderse a voluntad. Una vez extraviada, se instala en uno de sus pasadizos, toma una de las plumas blancas de sus alas, y empieza a escribir y a escribir.

"Soy la madre de la hierba", apunta con grandes letras con tinta dorada. Basta con que penetre en el mundo de la poesía para llevarnos, de la mano, a lugares inimaginables. Así como nos podemos topar con un gángster listo para despojar al corazón del cálido pecho, podemos tropezar con lagos en donde se puede nadar en sólido. Sí, en sólido. Por momentos, Carmen deja de escribir. Aunque está callada, habla como una naranja con sus dos mitades puestas. Es decir, se mantiene en silencio. Su silencio tiene sabor de naranja china. Escribe: "Tendría fruto la hierba, y nombre y raíz y bebería de la humedad escasa o abundante de la tierra". Cuando llega la noche, Carmen saca de un canasto que compró en el mercado de Coyoacán, aquel que se encontraba muy cerca de donde solía vivir, "unas sábanas blancas como alas de virgen, plegadas adentro del relicario y la vitrina que enseñan las tías con orgullo a los vecinos. Son sábanas de ojos pelados, donde ni de cerca vuela hierba ninguna. Donde las arañas rozan los mosaicos inocentes y disminuidos, guardando sus dientes y el largo de sus patas para mejores tiempos". En seguida, Carmen se recuesta sobre la hierba que repudia al rocío y que no obedece al sol; se cubre con las sábanas, y espera mientras llega el asesinato del Amor. Se duerme y sueña con la hierba. Sueña que escribe: "...que llegará al Valle dejando esta garganta estrecha, que encontrará el arroyo que le dará el sentido, y sus hojas mirarán al cielo para recibir la lluvia, como niñas, su fruto tendrá jugo y será dulce y los jóvenes lo comerán en el jardín que hubo un día antes de la Caída, pero después que los cuerpos recibieron de Ti la violenta maldición del Amor".

Carmen es una poeta que sabe hablar con el Agua, aunque ésta esté rota, mochada, a pesar de que se trate de un agua hipócrita, explosiva a punto de quemar las gargantas de inocentes. De pronto Carmen abre los ojos que tiene como ardilla y escribe, no sin antes remojar, la punta de su pluma emplumada, en un tinta hecha con todas las cáscaras de las naranjas que se comió:

"El agua es engaño, es el...

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