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Guadalajaras / El encanto de los reyes

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Vincent
AutorGuillermo García Oropeza

Termina por fin la época navideña que en México se encarna en una monstruosidad llamada "el puente de Guadalupe-Reyes" que a un extranjero le parecerá prueba definitiva y suficiente de la locura nacional. Porque el famoso puente es una serie desordenada de festejos que incluyen, claro al día 12 de diciembre y sus multitudinarias peregrinaciones a la Villa, más el estruendo electrónico de Las Mañanitas; las posadas que oscilan entre el reventón y el folklore, las comidas en las que todo mundo se despide de todo mundo (gracias a Dios ya pasó de moda mandar tarjetas de Navidad de las cuáles sólo las de Rangel Hidalgo eran buen arte mexicano), los brindis de oficina, el horror absoluto de las compras en los centros comerciales atestados y el horror ubicuo de la publicidad vulgar, la neurosis general, luego, por allí, la Navidad y tras de un tiempo incómodamente vacío viene el Feliz Año Nuevo (que nunca es feliz ni próspero) y en cualquier país sensato eso sería el fin, pero no, aquí, al menos en ciertas partes especialmente en la Capital queda un pilón muy a la mexicana: los Santos Reyes. Eso es el "puente" que como se ve no es puente, sino algo así como una mala carretera nacional. Puente que no se parece al Adviento que practican las almas piadosas.

Espíritu amargo como soy, confieso que no soy adepto del "puente" y que una de mis grandes frustraciones ha sido no tener el dinero para escapar por toda la temporada a un país islámico o budista donde no se celebre ese festival del consumo cada vez más yanqui que tenemos que sufrir bajo el pretexto de la Navidad. Sin embargo le tengo afecto al Día de Reyes, a la Epifanía.

Y es que los Reyes o los Magos, como queramos llamarlos, están entre las figuras más poéticas de la tradición navideña. Ignoro cuándo se comenzó a celebrarlos, según entiendo muchas tradiciones navideñas son más bien tardías en la Historia pero, eso sí...

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