Greenaway retrata a Eisenstein

MÉXICO, D.F., enero 22 (EL UNIVERSAL).- En diciembre de 1930 el cineasta ruso Serguéi Eisenstein llegó a Guanajuato para filmar el que él denominaba uno de sus proyectos más ambiciosos y más personales, el cual irónicamente nunca llegó a concretar.

Lo que sería un rodaje de dos meses se terminaría convirtiendo en una travesía artística, amorosa y sexual que hizo que el realizador soviético, creador de cintas como “El acorazado Potemkin” y “La huelga” permaneciera en territorio nacional por dos meses.

Sin querer abandonar el país, y dejando a un amor en él, Serguéi fue obligado a regresar a su natal Rusia, siempre con México en su mente.

Su travesía, inconclusa y que lo llevó a filmar más de seis kilómetros de película se transformaría en la cinta “¡Que viva México!”.

Ocho décadas después de la partida de Eisenstein, Peter Greenaway se dio a la tarea de recorrer aquellas calles, iglesias y monumentos que enamoraron a Eisenstein.¿El motivo? Quería descubrir por qué uno de sus cineastas favoritos se había maravillado con la pintoresca ciudad mexicana.

El resultado: “Eisenstein en Guanajuato”, filme que por unos momentos parecía que tendría el mismo destino que el largometraje del director soviético, pues entre problemas para su financiación y decidir los pasajes precisos que quería retratar, tardó más de cuatro años en poder terminarla.

“Para mí Eisenstein siempre ha ido uno de los mejores cineastas que el mundo ha tenido, uno de los pocos artistas que entendían el cine, tenía una capacidad enorme para ver más allá, para estar adelantado a su época”, dijo el realizador.

Es por ello que Greenaway buscóal igual que lo hiciera Serguéi cuando llegó a México, separarse de las grandes distribuidoras, descomunales...

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