Granaderos desalojan el Instituto Cardenal Miranda

MÉXICO, D.F., enero 23 (EL UNIVERSAL).- Junto a instrumentos musicales y partituras quedaron este viernes en la calle Mariano Azuela, número 181, de la colonia Santa María la Ribera, mesas, sillas y muebles, tras el desalojo del Instituto Cardenal Miranda.

Durante la mañana, los maestros y personal de la escuela recuperaron parte de lo que tiraron los granaderos. Participaron más de 150, calculó el director del Instituto, Juan Manuel Lara Cárdenas, y reprochó que muchos transeúntes se iban llevando algunos de esos objetos que eran del centro educativo.

La noche anterior, siete de los maestros permanecieron en el lugar, alerta a lo que podría pasar. Un juez ordenó el desalojo del Instituto que, de tener cerca de 60 alumnos el año pasado, llegó en las últimas semanas a sólo 22, ante todas las presiones que vivieron, contó el director.

En entrevista telefónica, Juan Manuel Lara Cárdenas narró los hechos: “Aquí… superando el trago amargo del lanzamiento violento que nos hicieron esta mañana. Ya nos sacaron del edificio que ocupaba la escuela, ya sacaron todas las cosas a la calle. Nos libramos, por lo menos, de agresiones físicas de los granaderos y de los golpeadores que los acompañaban”.

El desalojo fue consecuencia de una demanda de la asociación civil Patronal, Educativa y Cultural, que alegó ser propietaria del terreno y que, según dijo Lara, preside el vicario Guillermo Moreno Bravo.

“A las siete estaban los granaderos exigiendo que saliéramos, iban buscando a miembros de una asociación, buscaban una asociación que no estaba ahí, que no tiene vida jurídica.‘Venimos a sacar a quien esté’, dijo el actuario. Y empezaron a tirar las puertas, nos sacaron”.

El músico no dudó de la propiedad del espacio, propiedad que, aseguró, va más allá de cualquier título: “Era propio, no porque tuviéramos el título de propiedad, sino por el Código Civil, porque estábamos ahí en forma pacífica, pagando los gastos de mantenimiento y dando un servicio educativo a la comunidad”.

Lara, quien es musicólogo e investigador, se siente orgulloso de la institución que sobrevive del dinero de las colegiaturas de los alumnos.

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