'Gran pez' o nadar en el absurdo

La imaginación desbordante y la extraordinaria sensibilidad del director Tim Burton (California, USA, 1959) envuelven a Big Fish de principio a fin. La cinta, basada en la novela de Daniel Wallace, lleva todo el sello del cineasta (Beetlejuice, Batman, Eduardo Manostijeras) en la construcción de ese universo fantástico nacido de la imaginación del personaje principal, Edward Bloom, interpretado cuando joven por Ewan McGregor y en la vejez por Albert Finney (ambos actores, ingleses, logran un acento sureño perfecto).

Bloom, quien siempre fue un gran narrador de historias, ha ido acumulando experiencias que recrea con gran detalle, aventuras novelescas y personajes fuera de serie. Sus cuentos se han enriquecido en cada versión y le han ganado la admiración de todos en su pueblo de Alabama, menos la de su único hijo, Will, (Billy Crudup) a quien tanta leyenda le ha dejado un vacío en sus recuerdos familiares.

Apartado de su padre durante muchos años, Will regresa a visitarlo en su lecho de enfermo, decidido a establecer qué hay de ficción y qué de verdad en las increíbles anécdotas paternas.

El realizador divide la narración en dos tiempos: el presente, realista con tintes melodramáticos, y el pasado cual serie de cuentos en los que aparecen brujas, hombres lobo, gigantes, fenómenos de circo, cantoras siamesas, calles en donde se anda descalzo porque hay pasto en lugar de pavimento, fugaces apariciones del metafórico gran pez y visitas nocturnas de los chicos a la casa de la bruja (Helena...

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