Graco Ramírez Garrido Abreu / Se buscan estadistas

AutorGraco Ramírez Garrido Abreu

Una de las características de las elecciones locales celebradas durante este año es la abstención. Sólo entre un 30 y hasta un 46 por ciento de los ciudadanos que se encuentran en el listado del padrón electoral emiten su voto. En tanto una amplia franja de ciudadanos se abstienen de participar, los que han definido las últimas contiendas son los denominados votantes duros de los tres grandes partidos. Por su estructura corporativa y su dominio político durante mas de siete décadas, el PRI se ha mantenido como el beneficiario de esta especie de desaliento ciudadano. La inercia del gran partido de Estado se sigue imponiendo al ganar elecciones con eficacia donde las candidaturas del PAN y el PRD no provocan mayor entusiasmo ciudadano.

Pero el fenómeno ya no es privativo del PRI, en Baja California las administraciones panistas, por ya casi tres sexenios, se mantienen bajo una especie de prolongada modorra cívica, quienes gobiernan o ganan mayorías las obtienen con el 12 al 15 por ciento de los votos del total de ciudadanos empadronados. El sistema electoral local, que tiene su propio padrón y credencial de elector, está sofisticadamente dominado por las estructuras municipales de las administraciones panistas. El triunfo de Jorge Hank es una decisión de la minoría de los electores de Tijuana, quienes resolvieron premiar el cinismo del zar de las casas de apuestas del país. En el último punto de la frontera norte reconocen como una cualidad el éxito económico, no importa el origen de esos recursos. Es común un cierto reconocimiento social a quienes alcanzan el éxito económico aunque se sospeche que sus fortunas provienen del lavado de dinero del narcotráfico u otras actividades ilícitas. No importa de donde provenga el dinero, lo importantes es tenerlo y hacerlo evidente. El junior del profesor Hank hace gala de esos atributos.

Una de las causas que han provocado esta baja participación ciudadana es el desánimo que priva en la sociedad por el incumplimiento de las expectativas que generó Vicente Fox. Hay quienes piensan que no hubiera podido ganar si no hubiera levantado el entusiasmo con sus promesas de campaña. Quizás sea cierto, pero la falta de resultados de la gestión foxista, su carencia de eficacia y la continuidad de las prácticas del viejo régimen llevadas a cabo hoy por el llamado gobierno del cambio, hacen que la gente cargue su apatía como una pesada losa. Muchos se preguntan de qué sirvió votar. Las políticas son casi las mismas...

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