Ser gótico / Hilera de cráneos

AutorCarlos Manuel Cruz Meza

Los mexicas celebraban las llamadas "Guerras Floridas" o Xochiyaoyotl, un ritual que consistía en el enfrentamiento ritual de varias ciudades para suministrar prisioneros a las demás poblaciones, los cuales eran sacrificados en honor de los dioses. Los prisioneros eran conducidos a Tenochtitlan, se hospedaban en la casa de sus captores y convivían con ellos y sus familias; a veces bailaban juntos. También ayunaban. Luego se les llevaba al templo para matarlos. Este sacrificio consistía en colocarlos sobre un altar de piedra situado en la parte alta de una pirámide, siendo sujetados de las extremidades por cuatro sacerdotes, mientras un quinto les abría el pecho con una daga especial hecha de obsidiana o pedernal llamada técpatl, que tenía forma de cráneo humano. Después se les extraía el corazón mientras estaban vivos y se arrojaba el músculo dentro de un agujero tallado en una pared de roca, que representaba la boca del rostro de una deidad. Se alimentaba así a los dioses, principalmente al sol, para que siguiera alumbrando. Muchos prisioneros aún podían vivir unos segundos después de que su corazón era extraído.

Los sacerdotes que practicaban los sacrificios vestían de negro y casi nunca se bañaban, por lo que estaban siempre llenos de costras de sangre y hedían. El cadáver del sacrificado era arrojado escaleras abajo, para que la multitud lo recibiera. Allí era descuartizado y comido por todos en un festín antropófago. La carne se comía cruda o podía hervirse. Se creía que de esa manera, el comensal obtendría los atributos del guerrero caído a través de la parte del cuerpo que era devorado. Morir sacrificado a los dioses era un gran honor, pues se contribuía con la propia sangre al sostenimiento del universo. Otros sacrificios se efectuaban mediante ahogamiento, flechamiento, degollamiento, enfrentamiento gladiatorio, evisceración, despeñamiento, incineración, decapitación o entierro en vida. En el caso del sacrificio para los Tlaloques, deidades de la lluvia, se acostumbraba ofrecerles niños, los que eran ahogados en ríos o lagunas.

Otra forma de obtener víctimas para los altares era a través del juego de pelota o tlachtli, muy practicado entre diversas culturas mesoamericanas. Los jugadores que ganaban el partido se consideraban elegidos por los dioses y tenían el honor de ser sacrificados mediante la decapitación. El tzompantli o "hilera de cráneos" era la costumbre de colocar las cabezas cercenadas en una...

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