Luis González Placencia / CDHDF: lecciones aprendidas

AutorLuis González Placencia

Como he dicho en otros momentos, no soy un político. Y aunque he hecho política y sin duda ocupé un puesto político, no estoy hecho a los códigos de la política, ni ha sido nunca esa la pretensión de mi vida profesional. Cuando decidí renunciar a la ratificación para dirigir la CDHDF por cuatro años más, lo hice confiado en que vuelvo, como siempre fue mi expectativa, a hacer lo que sé y hago con placer, que es mi profesión académica. Mi vida profesional está mucho más allá de la política y por eso mis acciones están orientadas por otros referentes. Tal vez por ello a algunos sorprendió mi decisión, cuyas motivaciones expuse en una carta de agradecimiento que difundí en twitter. Tal vez también por ello a otros sorprende que frente a lo que se afirma en algunos medios no me inquiete o enfurezca. En todo caso, publicaré una explicación in extenso de mis argumentos en torno a cada una de las críticas enderezadas en mi contra. Por fortuna los argumentos que contradicen esas posturas son públicos y están inscritos en los documentos que respaldaron mis decisiones y en las auditorías realizadas a la institución, todos asequibles en la página web de la Comisión.

Me ocupa más bien, plantear la increíble lección de real politik recibida a lo largo de estos cuatro años. Y es que, desde que fui electo, intuía que no sería sencillo lidiar con los políticos. En política, todos son amigos-hermanos; todos se abrazan y se elogian. Se invitan a comer, desayunar y cenar y todo ello con el fin de aportar el cemento fundamental de la cohesión política: la lealtad. Las promesas de poder, de futuro político, se convierten en la principal razón para solicitar lealtad, a cambio de favores que a los políticos les gusta llamar acuerdos políticos. En realidad no importa el color de la ideología que cada quien profese, sino la capacidad para generar dichos acuerdos y para hacerlos valer en el momento preciso.

A René Delgado le debo la lectura de un magnifico texto cuyo título es El elogio de la traición. Si se me permite la analogía, un texto que se equipara en política a lo que la estructura de las revoluciones científicas de Kuhn fue para la ciencia; sólo que en esta versión política el cambio de paradigma obedece a razones más mundanas, en realidad, más vulgares. En política todo se vale porque al final todo...

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