Golpea con furia

AutorRafael Aviña

La sacrosanta familia mexicana, ese núcleo amoroso y perverso, castrante y detonador, no sólo es patrimonio de un cineasta atípico, inteligente pero disparejo como Jaime Humberto Hermosillo. Con Crónica de un Desayuno (00), el realizador Benjamín Cann (y Jesús González Dávila, cuya obra es adaptada libremente por el propio realizador y Sergio Schmueler) se internan de manera agresiva y polémica por los temas familiares emprendidos por Alejandro Galindo en los 40 y 50, pero desde una perspectiva cruda y actualizada. Una nueva disección de la clase media urbana mediante una insólita propuesta tan violenta en lo formal como en la concepción temática, y que tiene tanto de técnicas teatrales como televisivas -básicamente los conceptos del videoclip y la cámara en mano.

Cinco personajes base: una madre típica, abnegada, histérica y enamorada de un absurdo (María Rojo). Un padre tradicional, machín y callado, que regresa a su hogar años después como si nada hubiera pasado (José Alonso). Una hija que odia esa imagen masculina y que intenta dejar la casa sin abandonarla (Fabiana Perzábal). Su hermano, un tipo violento, repulsivo, golpeador e inmaduro que sigue los pasos del padre a quien idolatra y aborrece (Bruno Bichir). Y finalmente, el hermano menor, un pequeño en el que recaen todas las tensiones y que evade constantemente la realidad (Miguel Santana).

Con aquellos, varios personajes periféricos que ponen el toque extraño y anómalo, como ese travesti que busca su hombría perdida en la basura (Eduardo Palomo), el psicópata dependiente obsesionado con los trenes (Odiseo Bichir), o quizá el taxista de historieta que no va a ninguna parte, conforman un cuadro de descomposición familiar y, a su vez, una suerte de abstracción del grueso de la sociedad mexicana en su conjunto en los últimos 50 años -de ahí los detalles del taxi "cocodrilo" o el moderno walkman- que serpentea entre la exageración y el realismo en una amarga crónica cotidiana.

Se trata de un filme extraño y atípico con un tratamiento nada convencional. Una película agresiva que se regodea en la violencia y en la tensión anímica para golpear con furia al público. Excesiva y sobreactuada en momentos; tremendista, inquietante y conmovedora en otras, habrá que reconocer la audacia de Bruno Bichir, productor y principal animador del proyecto...

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