Gobernabilidad y democracia: La crisis de los partidos

AutorSamuel Aguilar Solís

La democracia liberal tiene como uno de sus componentes estructurales a los partidos políticos. Mi tesis central es que, frente al hecho político de la transición, las tres fuerzas fundamentales organizadas partidariamente han sido avasalladas por una nueva realidad social. Un efecto de esta crisis de los partidos es, sin duda, la aplastante presencia de un presidencialismo omnipresente, que ataja toda posibilidad de consolidación democrática con una estrategia bidireccional: por un lado, un discurso aparentemente democrático y de apertura; y por otra, un uso mediático para la presión de la opinión pública a favor de sus posiciones políticas.

¿Una crisis sin salida?

Los partidos políticos son la parte consustancial de las democracias liberales, de allí que su fortaleza o su debilidad impacte en la solidez o fragilidad de los sistemas democráticos. México tiene una larga tradición de partido hegemónico desde 1929, hasta el 2 de julio del año 2000. Sin embargo, el sistema de partidos es reciente: apenas un poco más de 10 años, es decir, al tiempo de la culminación de la época de liberalización política (de 1977 con la reforma electoral y hasta 1988, con la escisión del PRI de la Corriente Democrática en 1987 y la conformación del Frente Democrático y su resultado electoral de 1988) y el inicio real de la transición política.

Cuando se da la conformación de nuestro sistema de partidos se inicia un proceso de crisis de los mismos que en gran medida aún continúa debido a una nueva complejidad y organicidad social, así como al surgimiento de movimientos sociales no sólo al margen de las estructuras partidarias tradicionales, sino con un discurso crítico a los partidos y con formas innovadoras de organización, de manifestación y de expresión.

Aun más, la crisis del socialismo real y la caída del Muro de Berlín impactan gravemente no sólo a los partidos con un tinte socialista o socialdemócrata, sino a todos los partidos, por el triunfo del pensamiento único. Hay una crisis de las ideologías y una hegemonía indiscutible del neoliberalismo.

Nace así el "partido escoba", como lo denominó Otto Kirchheimer, con una marcada desideologización; una concentración de propaganda en temas generales que son compartidos por amplios sectores del electorado; una mayor apertura del partido a la influencia de los grupos de interés; una transformación de las viejas organizaciones afines al partido en grupos de interés con lazos débiles y relaciones esporádicas; el...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR