GLOSAS MARGINALES / Lo político sin lo romántico

AutorEverardo Elizondo

Un diálogo famoso en la historia de la literatura americana va más o menos como sigue:

-F. Scott Fitzgerlad: "Los ricos son diferentes de nosotros, Ernest".

-Ernest Hemingway: "Sí, tienen más dinero".

En la ciencia política, durante el siglo 19 y bien entrado el siglo 20, se supuso que los actores políticos, a diferencia de los mortales comunes, se preocupaban mayormente por "el bien común" ("el bienestar social", "el interés nacional"). Esta idea romántica se desvirtuó casi por completo con el desarrollo formal de una teoría económica conocida como Public Choice (elección pública). Su principal autor y propalador fue James M. Buchanan (JMB), un extraordinario economista estadounidense que murió la semana pasada.

Las aportaciones de JMB al progreso de la economía como disciplina científica cubren una muy amplia gama de temas. Sin embargo, no resulta aventurado sugerir que las más importantes de ellas se ubican en el campo de las finanzas públicas, sobre todo al destacar las implicaciones éticas del acopio y uso de los recursos económicos por parte del gobierno. En lo personal, creo que la significación asignada por JMB a "las reglas del juego" (las instituciones), en la predicción de los resultados de los procesos políticos, merece un lugar prominente.

JMB ganó el Premio Nobel en 1986. Según la Real Academia Sueca de Ciencias, su aportación consistió en aplicar los supuestos y la metodología propios de la economía a las decisiones políticas.

Public Choice postula simplemente que en el gobierno, como en la actividad privada, la gente persigue, primero que nada, su propio interés. No hay tal cosa como el homo economicus por un lado y el homo politicus por la otra. De esta concepción se derivan varias consecuencias muy relevantes.

Específicamente, que lograr ciertos objetivos depende de crear las instituciones "correctas", esto es, aquellas que provean los incentivos adecuados para que los políticos y los burócratas, persiguiendo su beneficio, actúen efectivamente en favor del bien común. Por ejemplo, es ilusorio esperar que los presidentes municipales en México se desempeñen como si su horizonte de planeación fuera el largo plazo, cuando en realidad su visión lógica abarca sólo tres años, dada la imposibilidad legal de su reelección. Las "reglas del juego" prevalecientes los hacen racionalmente miopes. Es ilusorio también imaginar que ciertos diputados y senadores (de representación proporcional) operen respondiendo a la voluntad de los...

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