GLOSAS MARGINALES / Aranceles 'espejo'. ¿Para qué?

AutorEverardo Elizondo

La decisión de Donald Trump de establecer aranceles al acero y al aluminio no fue una sorpresa. En todo caso, fue "un golpe cantado".

Cuando Trump primero decretó (y luego pospuso) la medida, surgieron de inmediato opiniones mexicanas sugiriendo que la represalia "lógica" sería actuar en forma similar: establecer aranceles tanto sobre productos de acero como sobre otros bienes. En aquel tiempo, comenté en estas páginas que tales sugerencias me parecían inapropiadas. Fue un adjetivo cortés.

El Gobierno mexicano ha anunciado ya una "reacción espejo", poniendo aranceles al acero, a las lámparas, a la carne de puerco, a los embutidos, a algunas frutas, a diversos quesos, etc. El problema es que ello causará, sin remedio: 1) un aumento de los precios internos de los productos en cuestión, perjudicando al consumidor nacional; y, 2) un daño al empresario local, que utiliza algunos de los bienes en cuestión como insumos de un producto final. Por ejemplo, México es un importador neto de manzanas. Un arancel a las frutas proveniente de Estados Unidos, incrementará su precio y, entre otras cosas, también los precios de los pies y de los alimentos para bebés. El pagador del gravamen, cuando menos en parte, será... el consumidor.

Así pues, ¿qué sentido tiene la reacción mexicana? Los que entienden de estrategias, dicen que la idea es reducir las importaciones mexicanas de los productos gravados, lo que disminuirá las ventas de los agricultores, los ganaderos y los industriales, ubicados en varios estados de la Unión Americana. Entonces, los afectados presionarán a Trump para que desista de sus afanes proteccionistas. Tal secuencia no es imposible, pero, en mi opinión de lego, Trump es inmune en el corto plazo a dichas influencias. La prueba al respecto es que no ha cambiado de posición sobre la renegociación del TLC.

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Adam Smith expuso, hace casi 250 años, la falacia principal del proteccionismo. Desde entonces, los esfuerzos de los (buenos) economistas por erradicarla han sido en vano. La falacia consiste en ignorar que la producción y el comercio son sólo medios; el fin de la actividad económica es el consumo (presente y futuro). Smith lo dice (obviamente) mejor que yo: "Siempre es, y siempre debe ser, el interés del grueso de la gente comprar lo que quiere a quien sea que lo venda más barato".

El proteccionismo no...

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