Glorifican mexicanos a San Juan Pablo II

AutorIrene Savio

Corresponsal

EL VATICANO.- Cuando oyó al Papa Francisco leer en latín la fórmula del rito de canonización tras la letanía de los santos, Eduardo Guerra se emocionó tanto que unas gruesas lágrimas bañaron su rostro.

"Y no es una metáfora, es literal, lloré como un niño", contó este mexicano de 22 años, originario de Nuevo León y estudiante de Administración de Empresas y Derecho en la Universidad de la Legión de Cristo, en Madrid.

"Ha sido una paliza venir hasta aquí y ni hemos podido acercarnos a la Plaza de San Pedro por la cantidad de gente que había, pero valió la pena.

"La valió, a pesar de todas las horas de viaje y la noche de desvelo que pasamos", añadió el joven, quien asistió acompañado de otras 50 personas.

La devoción de los admiradores de Juan Pablo II se volcó ayer en El Vaticano y en otras calles del centro de Roma.

La ciudad se vio completamente tomada por cientos de peregrinos que celebraron la canonización, especialmente la del Papa polaco, y, en menor medida, la de Juan XXIII, el padre del Concilio Vaticano II.

"Me identifico más con él (Juan Pablo II)", se justificó Sofía Muñoz, una estadounidense de raíces cubanas.

"Juan Pablo II fue el gran inspirador de la fe", afirmaron, por su parte, Mari Carmen Hidalgo y Pedro Daniel González, una pareja de la Ciudad de México.

En el discurso del pueblo sobre Karol Wojtyla no faltaron las referencias al legado político que dejó como Pontífice.

"Hoy es un día histórico. No hay que olvidar el papel que tuvo Juan Pablo II en el fin del comunismo. Creo que la historia lo recordará por eso", destacó, convencido, Adán Aguilar, de 28 años y originario de Chiapas.

"Estoy de acuerdo y quiero añadir que en México rompió moldes cuando viajó por primera vez", asintió su amigo, Joel Ruiz Cortázar, también de Chiapas y estudiante de Filosofía.

Su influencia en la historia geopolítica actual es tal que no fue de extrañarse la masiva presencia de peregrinos de su natal Polonia.

Incluso, de representantes del sindicato Solidaridad, el cual fue apoyado durante la Guerra Fría por los Gobiernos de la británica Margaret Thatcher y del estadounidense Ronald Reagan.

"Todo sobre él es santo", explicaba Katia, una fiel polaca que no dio su apellido, dejando poco margen al debate.

Montserrat Rosas, una mexicana de 24 años de edad de la Ciudad de México, destacó por otra parte los viajes de Juan Pablo II en el mundo, en especial a América Latina.

Para ella, tales visitas lo acercaron a continentes que antes...

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