Cultura, globalización y posmodernidad, de José Joaquín Brunner.

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La globalización tuvo, en un primer momento, un significado referido a los efectos mundiales de la crisis ambiental y del nuevo orden del comercio internacional y el libre movimiento del capital, efectos de la estructura tecnoeconómica de fines del siglo XX. Sin embargo, conforme el término fue permeando en los medios académicos y de información, se pudo observar que una buena parte de las características de este proceso irreversible se refería también a cuestiones relativas a la cultura, a las identidades colectivas y al impacto que recibían viejas tradiciones sociales que empezaban a ser amenazadas por la fuerza del consumo de mercancías generadas en los países desarrollados, incluidas entre ellas las nuevas ideas, los nuevos valores, o los viejos valores del capital, del consumo, de la sociedad hedonista, como la llamara en su momento Daniel Bell. Es decir, iba más allá de una disputa entre globalofóbicos y globalomaníacos.

Pero, lo que pudo ganarse con el redimensionamiento del concepto de globalización, se complicó al cruzarlo con un término tan difícil de definir y aprehender, como el de cultura. Los antropólogos, dedicados con mayor cuidado y desde hace mucho tiempo a este evanescente concepto, han elaborado largas listas de definiciones, e incluso algunos han considerado a la antropología como la ciencia de la cultura. El término tiene un sentido para la tradición germana y otro para la francesa, mientras que la reflexión anglosajona sigue su propia inspiración. Frente a la complejidad del objeto que se pretende conocer, viene a ser especialmente plausible que desde el medio latinoamericano aparezca un estudio que aborde, sin prejuicios de automenosprecio, los temas más complejos de nuestra actualidad. Este es el caso del libro de José Joaquín Brünner, Globalización cultural y posmodernidad, que revisa el concepto "posmodernidad", de amplio alcance durante la década de los ochenta y "globalización", de auge en los noventa.

El diseño de la obra participa de la tradición cartesiana al organizar sus ideas en un plano cruzado por dos ejes, el primero de ellos compuesto por la recta que une la universalidad de los mercados y el avance del capitalismo postindustrial (A) con la posmodernidad (B), a la que considera como la creación de un clima cultural de época. El segundo eje conecta la revolución de las comunicaciones (C), que conduce a la sociedad de la información, con la difusión del modelo democrático (D), como "forma ideal de organización de la polis" (p. 27); así, economía, cultura, política y comunicación vienen a ser los polos de reflexión sobre la cultura en el umbral del siglo XXI.

Como los términos centrales son relativamente nuevos, Brünner hace una breve historia de su trayectoria que va desde el surgimiento del concepto, cargado de una cierta dosis de ideología, y a veces más...

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