Entrevista / Gilles Lipovetsky / No sólo de marcas vive el hombre

AutorAuxilio Alcantar

PARÍS.- En medio de la sociedad de consumo, el individuo no se contenta con lo necesario, sino que tiene aspiraciones cada vez más grandes; y, cuando no alcanza lo deseado, se frustra, opina el pensador francés Gilles Lipovetsky.

En la era de la publicidad y las compras por Internet, señala, se consume a toda hora y en todas partes: en el metro, los aeropuertos, la estación de autobuses o trenes.

"Ahora todo el mundo quiere el lujo, viajar, estar a la última moda", dice.

Por esta razón, señala, la actual sociedad de hiperconsumo es muy difícil, porque los pobres o los que no tienen mucho dinero viven una frustración que no existía antes.

El autor de El lujo eterno: de la era de lo sagrado al tiempo de las marcas asegura que la vida debe tener valor para el individuo por la creación, invención y progreso de sí mismo, la felicidad de hacer las cosas por sí mismo, de educar, de dar servicio a la gente, a la sociedad.

"Los hombres deben centrarse no sólo en comprar marcas o convertirlo todo en desechable", expresa.

Además, señala que no puede responsabilizarse de la desdicha de la gente a la sociedad de consumo.

"Cuando se tienen proyectos propios, el consumo es menos importante", sentencia.

En su libro La sociedad de la decepción (Anagrama, 2008), hay una crítica a la sociedad de consumo, pero no la condena porque el "consumismo" es irreversible. El error para usted es dejar que el consumo se erija en absoluto.

El libro rechaza la demonización de la sociedad de consumo no sólo porque no se detendrá, sino porque tiene también cosas positivas. Una sociedad de consumo permite crecimiento en el nivel de vida, da apertura de mundo a través de imágenes, información, viajes; permite que la salud mejore, que tengamos mejor calidad de existencia. Da gran satisfacción en el ámbito privado, pero al mismo tiempo hay que reconocer el peligro, y el peligro en nuestra sociedad es el lugar "excesivo" que ocupa el consumo.

El riesgo no es el consumo en sí ni la superficialidad que pueda implicar, lo que es malo es el exceso. Lo criticable es que el consumo se haya convertido para mucha gente en objetivo de vida. De cara al consumismo excesivo hay que oponer otros valores. Una sociedad de consumo que sólo vive en función de marcas, placer, disfrute no puede ser buena. La vida no puede reducirse al consumismo. Los hombres tienen necesidad de otra cosa, no sólo de comprar marcas, de convertirlo todo en desechable. La vida tiene valor por la creación, invención y...

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