Gilberto Rincón Gallardo/ Esperando a Godot

AutorGilberto Rincón Gallardo

La discusión sobre nuestra situación económica ha cambiado de manera súbita. Ahora ya no importa tanto distinguir entre una desaceleración o una recesión (cuestión de términos y no de realidades, a fin de cuentas); se trata, más bien, de encontrar los caminos para salir del marasmo en que ha entrado la economía nacional. De todos modos, a estas alturas, ya nadie puede negar que la economía mexicana se encuentra en una fase recesiva. La ausencia de crecimiento, la pérdida masiva de empleos, el retrasado pero finalmente fatal descenso del consumo y la situación crítica de sectores productivos completos como el turismo o la aviación civil son datos que documentan esta recesión mexicana actual. Empezar a utilizar los eufemismos técnicos de "crecimiento cero" o "crecimiento negativo" no hará menos difícil para la ciudadanía la entrada a este nuevo túnel de incertidumbre.

El criterio dominante del gobierno ha sido el de esperar por la reactivación de la economía norteamericana y, como efecto de cascada, la reactivación de la nuestra. De manera adicional, se ha supuesto que la reducción de las tasas de interés en el circuito monetario pueda alentar por sí misma la inversión productiva y que una intervención más decidida del gobierno en los terrenos productivo y laboral se hace innecesaria. Sin embargo, esta expectativa de ligar nuestra recuperación a la recuperación norteamericana, que hubiera tenido dificultades para concretarse incluso de no haberse dado los ataques terroristas del 11 de septiembre, se aprecia cada vez más difícil de realizar.

Así, estamos en la situación angustiante de esos personajes de Samuel Beckett que esperan a un Godot que no llega nunca. Se ha empezado a hacer costumbre que las previsiones acerca de la fecha en que la economía mexicana volverá a crecer se modifiquen una y otra vez. A finales del año pasado, se decía que la recuperación podría empezar en el segundo o tercer trimestres de este año. Ahora que iniciamos el cuarto trimestre, la previsión se ha desplazado hasta el año o los años próximos. Si tal modificación de expectativas redujera sus efectos a la comprobación de que las previsiones económicas no pueden tomarse como verdades absolutas, el problema sería anecdótico; sin embargo, lo que se expresa con estos aplazamientos es el debilitamiento de la economía mexicana en su conjunto y la reducción de la de por sí mermada calidad de vida de las mayorías.

Las previsiones gubernamentales falseadas por la realidad...

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