Germania, imperio de la imaginación

AutorYaotzin Botello

BERLÍN.- Europa se encuentra dominada por los nacionalsocialistas. Alemania ganó la Segunda Guerra Mundial. Rusia recibe ayuda de Estados Unidos y ambos países hacen la Guerra Fría a Alemania. Y, por si fuera poco, el presidente estadounidense, Joseph P. Kennedy, está por visitar el Tercer Reich para el 75 cumpleaños de Adolf Hitler...

Es el año 1964, pero de un presente imaginado por el escritor inglés Robert Harris en su libro Patria (Fatherland, 1992) y con el que explora las ambiciones megalómanas del dictador austriaco.

Hitler quería hacer de Berlín un imperio como el romano, con los monumentos más grandes del mundo y que se llamaría Germania o, mejor dicho, la Capital del Mundo Germania.

Pero esa Alemania nazi se fue a una guerra que desgastó al país económicamente, guerra que además perdió y que dejó a Berlín en ruinas. Excepto, eso sí, por algunos edificios que quedaron de pie y que hoy en día se pueden ver como las huellas de la primera fase de Germania.

El resto del proyecto nunca se concretó y sólo quedaron planos y maquetas que fueron estudiados por 10 años por un grupo de investigadores y exploradores para poder presentar en estos días la exposición El mito de Germania.

La exposición, que se encuentra en el mero centro de Berlín, muestra una maqueta de 11 metros de largo, que ha llamado la atención por estar en un pabellón construido sobre lo que alguna vez fue búnker de Hitler y al lado de tres majestuosos monumentos, el del Holocausto, la Puerta de Brandeburgo y el Reichstag.

"Nos parecía necesario sacar a la luz este desproporcionado plan que habría dado lugar a un Berlín muy distinto del que conocemos ahora", dice Sascha Keil, portavoz de Berliner Unterwelten, la institución organizadora de la exposición.

La palabra "desproporcionado" aquí se aplica en su sentido más amplio. Basta con ver esos edificios nazis que quedaron de pie en Berlín y que, aunque no fueron parte del plan original de Germania, sí provocan un imaginario de ésta.

El Estadio Olímpico de Berlín, por ejemplo, aunque no es tan grande como el Coliseo Romano, sí se le asemeja y contiene detalles que elevaban el ego de Hitler, como la Puerta del Maratón, una abertura que corta de arriba a abajo uno de los extremos del estadio.

También adentro, bajo las gradas, y al lado de los diminutos vestidores hay un vestíbulo que alcanza más de cinco metros de altura y que funcionó para recibir al entonces recién elegido canciller de Alemania. Hoy es la entrada VIP del...

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