Germán Martínez Cázares / ¿Aún juega el yunque?

AutorGermán Martínez Cázares

Pocos días antes de morir Carlos Abascal Carranza me aseguró: "no pertenezco al yunque, pero tengo ascendencia en él...". Estoy seguro que el católico fiel y secretario de Gobernación de Vicente Fox no me engañó con su afirmación; primero, porque la mentira no era su divisa y, segundo, porque al mismo tiempo me reveló, con absoluta claridad, lo que al interior del PAN se comentaba entre murmuraciones: ese grupo extremista y ultraderechista sí existe. La pregunta hoy es: ¿el yunque tiene candidatos?, ¿jugará electoralmente en las próximas elecciones?, ¿todavía tiene influencia?, ¿pesa?, ¿ya es un simple testimonio?

Carlos Abascal me presentó en el Consejo Nacional como candidato a la presidencia panista, después lo nombré director de la fundación de estudios del partido. Nuestra relación fue intensa y sorprendente. En su casa de Chimalistac, serenísimo en sus últimos días, me compartió sus desencuentros durante la transición Fox-Calderón, el episodio del desafuero de López Obrador, su asombrosa relación con el líder sindical Leonardo Rodríguez Alcaine. Le inquietaba la masonería y le fascinaban las encíclicas papales, incluso recitaba algunos párrafos de memoria. Disfruté la emotiva narración, con lujo de detalles, de la gesta heroica de su padre, el michoacano Salvador Abascal Infante, cuando colonizó Baja California Sur, en tiempos del presidente Ávila Camacho.

Un día le pregunté expresamente por el yunque. Sin sorprenderle mi curiosidad, imperturbable, extremadamente delgado y postrado en un sillón desde donde se veía el jardín de su casa, apenas interrumpido por algunos espasmos en el pecho, justificó y amparó a los grupos que al interior del PAN abanderan convicciones religiosas; pero al mismo tiempo condenó la violencia, incluso la verbal, fomentada por los radicalismos. Y aceptó, lo recuerdo puntualmente, que los dogmas pueden engendrar totalitarismos.

Quizá el problema del yunque no es qué piensa, sino cómo quiere imponer ese pensamiento. Las objeciones pueden ser al fondo de una idea del yunque, pero sobre todo, lo condenable es la manera como ese grupo intenta hacer valer su credo. Su método ataca el corazón de una de las cualidades del sistema democrático: la deliberación pública de las razones políticas. Argumentar no es ni será su signo, ellos saben acatar y someter. El yunque afecta y atenta contra la democracia porque en sesiones...

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