Germán Martínez Cázares / Panistas inmorales

AutorGermán Martínez Cázares

Después de 75 años la casa panista está dividida contra sí misma, y peligrosamente se invoca a la ética para reconstruirla... ¡cuidado!, una lucha moral puede acabar por derrumbarla.

El paisaje azul está dibujado con recelo y desconfianza. En muchas ocasiones se pone más esfuerzo en cultivar el fracaso del dirigente en turno, que en conquistar generosamente todos juntos una nueva victoria.

En esa guerra fratricida todos sospechan de todos. La mezquindad aflora. Si un "calderonista" no llega a la presidencia del Senado, sus contrincantes brincan de gusto; pero si un "maderista" se mete en un lío, la consigna de sus rivales no es exigir el esclarecimiento de la imputación, sino arrimarle más leña al fuego.

No sugiero la complicidad con el delito como divisa de Acción Nacional, pero después de tres cuartos de siglo de su fundación, 12 años de Gobierno federal, y ante la terrible omisión de no asumir claramente las responsabilidades por la última derrota electoral, la camaradería panista fue reemplazada por el embuste y mofa.

El PAN sigue enfermo y su medicina no es cucharadas de moral. Las lecciones éticas mientras no se pronuncien como deberes en "primera persona" son hipocresía pura.

Los discursos aderezados de imperativos morales siempre suenan bien, pero son puritanismo. Es muy fácil ver pajas en ojos ajenos, sin reparar en las vigas de la mirada propia.

Por ejemplo, el siniestro organizador de la famosa fiesta en Puerto Vallarta con los Diputados "maderistas", apoyó a los "corderistas" en su campaña por llegar a la presidencia del PAN. (Excélsior, 16 de agosto). ¿Escándalo moral el primero, permiso para pecar el segundo?

Es difícil armonizar moral y política. ¿Quién es el panista impoluto para catequizar a sus compañeros? ¿Quién está libre de yerro?

¿Algún soberbio puede decir "yo no fallé" en la derrota electoral pasada? Dictar y aplicar normas morales sólo enfurecerá, más, la vida interna panista.

El PAN no debería dudar en defender la libertad de cada ser humano para forjarse autónomamente su destino. Justo esa posibilidad personal de ser artífices y dueños de sí mismos -contrario, por ejemplo, a los animales- es lo que hace moralmente responsables a las personas de sus actos.

Luego entonces, la imposición de recetas éticas no independiza ni...

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