Germán Dehesa / Malos contra pésimos

AutorGermán Dehesa

Hay empates, todo el mundo lo sabe, que dejan un buen sabor porque ha sido tal la destreza y la enjundia de ambos equipos, que nadie merecía perder. Hay otro tipo de empates en aquellos partidos que han sido tan mal jugados, tan pobremente planteados por ambas escuadras que, en verdad, nadie merecía ganar. Tal es el siniestro caso del más reciente encuentro entre México y Canadá. Terminó 1-1, pero esto fue casi sin querer. Si nos atuviéramos a la capacidad futbolística de ambas escuadras, la verdad es que no tenían ni con qué hacer un gol. Sin embargo, un regalo tempranero de la defensa mexicana obligó a los canadienses a anotar. Veinte minutos después ellos devolvieron la cortesía con el obsequio de un penalti tontísimo que Landín, nuestra shulada de centro delantero, convirtió en gol. De inmediato los jilgueros electrónicos comenzaron su bonita danza de los elogios: ...a Landín le urgía ese gol para serenarse... no tan sólo a Landín, sino a todo el equipo que ahora sí mostrará su verdadera potencia. Los cronistas de futbol son unos humoristas maravillosos.

Veamos el caso Landín. No hace falta conocer mucho a este jugador para saber que trae muchos gatos en la barriga y muchos ratones en el cerebro. Me da la impresión de que dista mucho de ser una potencia intelectual. Además, emocionalmente se percibe como un adolescente berrinchudo y ventajoso. No tiene con qué ser líder del inexistente ataque mexicano. Contra lo que opinaban los jilgueros...

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