Gerardo Puertas Gómez/ Censores sensibles

AutorGerardo Puertas Gómez

Quien ahora juzga una situación, bien puede después hallarse en otra similar. La empatía es una virtud.

Luchar por los derechos humanos es una noble causa; también lo es defender las convicciones que se tienen. Pero hay que ser cautos en la censura; analizar con objetividad y emitir juicios con mesura. La diatriba irracional y la descalificación visceral están fuera de lugar. Debe criticarse el hecho, respetando a la persona que lo realiza, e intentar situarse en la realidad de la otra y del otro.

Recientemente, el Gobierno de los Estados Unidos lanzó una enérgica campaña para obtener, por parte de la Organización de Naciones Unidas, una resolución condenatoria acerca de la violación de derechos humanos en Cuba. El dictamen fue aprobado por escaso margen de votos. China, Libia, Paquistán y Siria, países con pobres credenciales en la materia, sufragaron contra la medida. México se abstuvo.

No defenderé, por supuesto, al régimen castrista. Muchos son los testimonios que ilustran el modelo totalitario imperante en esa isla caribeña. La revolución hecha gobierno puede haber tenido logros en educación y salud; pero su expediente en el rubro de libertades públicas es lamentable. Toda pretensión democrática se viene abajo con un solo hecho: la ciudadanía no puede elegir a sus autoridades. La realidad está allí para quien quiera verla.

Cuba no es, desde luego, el único país en el que se vulnera la dignidad de las personas. Basta mirar a nuestro alrededor: decenas de millones de compatriotas padecen hambre, insalubridad, ignorancia, miseria y marginación. ¿Podemos decir que México respeta sus derechos? No.

Pues bien, apenas hace unos días, la propia Comisión de Derechos Humanos de la ONU decidió votar contra la permanencia del representante de los Estados Unidos ante ese cuerpo colegiado. Por vez primera en la historia de dicha instancia, Norteamérica no participará.

¿La razón? El Gobierno de ese país no ha ratificado instrumentos tales como los relativos a cambios climáticos globales y volvió a dar vida a su programa antimisiles. Se dirá que esas decisiones corresponden a los estadounidenses y no se comparan con la sistemática violación de derechos que se observa en naciones que ahora mismo integran la Comisión. Eso es cierto. Pero algo queda claro: el censor fue censurado.

Cosa parecida ocurrió a la Iglesia católica. Apenas en agosto de 2000, la jerarquía eclesial emitió un documento en el cual afirmaba como "única religión verdadera" a la...

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