Genio y Figura/ Las personas son regalos

¿Alguna vez ha tenido un sentimiento, un problema o una inquietud rondando en la mente por días y, al callarlo, sólo parece crecer? ¿Ha notado cómo, al compartirlo con alguien, todo parece ordenarse y transformarse? No sólo eso, además, al mostrarnos vulnerables, como somos, sentimos una gran liberación al mismo tiempo que damos y recibimos el mejor de los regalos: una verdadera conexión con el otro.

Y descubrimos que ni las joyas, las flores o las corbatas nos unen tanto a nuestra pareja como la autorrevelación. Así que podemos concluir que en este mes del amor, el verdadero regalo es la entrega de uno mismo.

Este concepto no se limita a nuestra pareja, se extiende a todo aquel con quien nos interese profundizar y fortalecer una relación. La realidad es que somos tan felices como puedan ser nuestras relaciones.

Dice John Powell en su libro ¿Puede mi verdadero yo ponerse de pie?, que "la comunicación es la base esencial de nuestra felicidad. Para que los seres humanos logremos nuestro máximo potencial, debemos tener por lo menos una persona con la que podamos abrirnos totalmente y al mismo tiempo sentirnos seguros".

¿Entonces, por qué a la mayoría de nosotros nos cuesta tanto trabajo esto de abrirnos a los demás, siendo que cuando lo hacemos nos sentimos tan bien? Hace poco, viví una de las mejores experiencias de mi vida. Tuve la oportunidad de asistir, con mi hermana Andrea, una semana a un curso de psicología y comunicación en la ciudad de San Francisco, California.

En él conocimos a los personajes más variopintos que puedan existir, había de todo: un monje budista, un Obispo de Filipinas, un irlandés creativo y medio loco, una ejecutiva francesa muy importante, una pareja de gays, un jugador profesional de futbol americano como de 150 kilos, para mencionar sólo algunos de ellos.

Al conocer a los 60 integrantes el primer día, mi mente prejuiciosa fue sacando sus propias conclusiones acerca de cada uno de ellos, basada en lo que percibía: "este es un apretado", "ella se ve mona", "este se cree mucho", "la otra es una sabionda", y así por estilo.

Conforme el curso avanzó, nos fuimos conociendo todos. Pusimos en práctica los ejercicios que los profesores nos daban acerca de lo que es una verdadera comunicación, basándonos en las distintas personalidades que tenemos. Poco a poco, cada uno fuimos revelando nuestro interior y nuestro verdadero yo. La experiencia fue de lo más enriquecedora que he vivido. Primero porque nos llevó a una...

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