Genio y Figura/ Nuestro niño interior

AutorGaby Vargas

"Una mañana saqué al bebé para que tomara un poco de sol. De pronto, una brisa fresca nos envolvió a los dos.

Al observar su reacción ante este elemento totalmente desconocido para él, me sentí conmovida y me hizo reflexionar. Lo primero que hizo el niño, de ocho meses, fue cerrar los ojos asustado; después, al darse cuenta de lo placentera que podía ser esta nueva experiencia, se quedó quieto como para atrapar el momento y, con los párpados apretados, sonrió".

¡Qué maravilla ver cómo de la ingenuidad surge el asombro que permite admirar al universo con entusiasmo!

Los adultos olvidamos que podemos gozar de la vida con detalles simples. La mayoría vivimos inmersos en un tipo de vida en la que hacemos a un lado al niño que traemos dentro porque adoptamos con seriedad el papel que la vida nos impone.

Los años de experiencia, supuestamente, nos han dado juicio, razón y discernimiento; con esta creencia apagamos emociones espontáneas e inquietudes que algún día tuvimos para transformarnos en personas controladas y rígidas que conocen "de verdad" cómo es la vida. ¡Qué horror!

Convivir con un niño, entender su mundo, introducirnos en sus juegos, escucharlo, darnos cuenta de lo que le atrae, de lo que lo entretiene, de cómo se comunica con nuevos compañeros para de inmediato ser íntimos amigos, nos da una gran lección.

Nos ayuda a recuperar ese niño que fuimos y que tenemos reprimido y al que, quizá, hemos dejado en el olvido.

Cuando dejamos que muera nuestro niño interior, perdemos muchas cosas, como la capacidad de asombro, de reír y de mirar ingenuamente lo que nos rodea.

Albert Einstein dijo que lo más importante en la vida es cuestionarse siempre y que ésa era la principal característica de un niño, la que deberíamos imitar, porque de la duda surge la necesidad de respuesta y de ahí el conocimiento.

Al recuperar ese niño interior, rescatamos muchas de nuestras características naturales, como: la curiosidad para explorar, investigar y asombrarnos de lo cotidiano.

Al hacerlo nos deshacemos de ese mal que en la Universidad de Harvard se conoce como "síndrome del producto terminado" y que consiste en creer que sabemos todo, que conocemos todo y que nadie nos puede enseñar nada nuevo.

Cuando dejamos de asombrarnos de las pequeñas cosas, aparece la señal de que estamos envejeciendo sin remedio.

Ser auténticos y atrevernos a sentir con todo nuestro ser. Un niño es abierto y sincero, se presenta tal como es, expresa sus sentimientos y sus afectos con...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR