Genial para niños... y sus padres

AutorAdriana Fernández

"Sustos que dan gusto" es una frase que pudiera ser atribuible a una variedad de situaciones -como cuando la suegra se aparece, sorpresivamente, a comer en la casa- pero en este caso, se refiere al slogan de una monstruosa y muy especial corporación: "Monsters Inc." (2001).

Hace más de 10 años, esta divertida cinta se convirtió en un nuevo clásico y Pixar se consolidó como el estudio cuyas producciones -al igual que su hermano mayor, Disney- seducían, no sólo a los niños, sino a un público más amplio, trasminando encanto entre diversas generaciones.

Llega ahora una precuela de la cinta: "Monsters University". Veamos si es una digna sucesora.

La cinta va hacia atrás en el tiempo. Vemos cómo un Mike Wazowski pequeñito visita con su escuela la legendaria compañía de Monsters Inc., donde los gritos de los niños humanos producen energía para la ciudad.

A partir de entonces, Mike sabe que en su vida sólo puede ser una cosa: asustador profesional.

Pasan los años y Mike ha sido aceptado en la prestigiosa Monsters University, en la Facultad de Sustos. Ahí conoce al fanfarrón James "Sulley" Sullivan, un popular monstruo que parece tenerlo todo. Lo que ambos no saben es que la directora, la temible Dra. Hardscrabble, pondrá en peligro su estancia en la universidad.

El segundo largometraje de Dan Scanlon cuenta con una de las principales características que ha hecho a Pixar brillar como estrella en la creación de cintas infantiles: un excelente guión, coescrito por el mismo Scanlon, que es ágil, lleno de chistes y de referencias simpatiquísimas a la vida universitaria, con sus fraternidades, su campus, sus estudiantes.

Y es que, la trama está tan genialmente tejida, que su sencillo recubrimiento la hace cercana y entendible, incluso para los espectadores más pequeños... pero en su hechura saboreamos una dosis continua de ingenio que -al contrario de otras cintas infantiles que buscan interesar a los adultos- no cae en lo vulgar, o en el doble sentido.

Vale la pena resaltar, también, la ausencia de...

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