Generación sin rumbo

AutorCarlos Pereda

No es fácil ofrecer un diagnóstico, al menos en pocas palabras, de la filosofía en México hoy (Insisto en eso de "filosofía en México", pues la expresión "filosofía mexicana" es tan absurda como la de "física mexicana"). Entre otras razones esta dificultad radica en que los diagnósticos sencillos suelen ser falsos o dicen muy poco (como las explicaciones sencillas que, en la mayoría de los casos, sólo operan como la marca registrada de una militante afiliación pero que, en realidad, no sirven para explicar nada). Además de estas razones generales, existen también razones particulares que, si no me equivoco, tienen que ver con la dinámica del quehacer cultural en los últimos tiempos.

Para aproximarme a él, hago previamente un rápido recuento. Más o menos hacia los años 70, en la filosofía en México comenzó a resquebrajarse lo que me gusta llamar la "generación de los grandes bloques", dominante desde los años 40: marxismo, filosofía de lo mexicano, la tradición metafísica (en gran medida deudora de Heidegger), la filosofía analítica. Durante algún tiempo, en cada una de esas posiciones se tuvo cierta claridad acerca de qué problemas debían abordarse, y hasta cómo se debían tratar. Pero, en particular, se tenía claridad sobre qué autores debían leerse y a quiénes de nuestros colegas había que mirar por encima del hombro. Así, se sabía, o se creía saber, cuál era la agenda que necesariamente debía tener la filosofía en general y, por lo tanto, también la filosofía en México. Resultado: junto a apasionadas polémicas que -como suele suceder con las polémicas- a muy pocos años de distancia no interesan ya más que a uno o dos aburridos historiadores de las ideas, innegablemente en algunos de estos bloques se produjeron varias obras que no merecen olvidarse.

Quiero, sin embargo, ir ya a nuestra resbaladiza situación actual. Debido a circunstancias que sólo indirectamente atañen a la filosofía (como el derrumbe de la Unión Soviética), en los últimos años ha surgido en todo el ámbito de la cultura -incluyendo las artes- lo que podríamos denominar la "época de los archipiélagos". (Archipiélagos: conjuntos de islas relacionadas por aquello que las une y las separa). En todo caso, no es fácil ya conseguir absolutos para promocionar, ni tal vez nostalgias de absolutos, ni siquiera métodos o maneras privilegiadas de pensar que exijan la incondicionada obediencia. (¿Otra manera de pedir nuestra pasividad, nuestro servilismo?) Esta situación, a la vez...

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