Genaro Lozano / Los terceros

AutorGenaro Lozano

José Antonio Meade y Mikel Arriola son buenos hombres de familia. Funcionarios que aman a México. Eso dicen las personas que los conocen y quienes han trabajado para ellos. Si Meade hubiese sido el candidato del Frente estaría en primer lugar en las encuestas, escriben en redes sociales para criticar la "desmedida ambición" de Anaya. Si Mikel hubiese sido candidato del Frente también estaría en primer lugar, pisándole los tacones a Claudia Sheinbaum, aseguran otros. La realidad es que ambos podrían darle al PRI sus peores resultados en ambas contiendas.

La candidatura de Meade estaba condenada al fracaso desde el inicio. Al PRI lo dirigía un cuadro no querido por los tricolores. La presidencia de Enrique Ochoa Reza fue un golpe a los militantes y a las bases, una imposición desde Los Pinos y un error estratégico. Ochoa no logró mejorar la percepción del partido que dirigió y aunque sí retuvo el Estado de México para el tricolor, lo hizo con los números más bajos para el PRI en su feudo electoral más preciado. En el 2011 Eruviel Ávila ganó con casi el 62% de la votación, un 40% más que el entonces perredista Alejandro Encinas. En la elección del 2017, Alfredo del Mazo ganó con 33.56% del voto, un 2.78% más que la candidata de Morena Delfina Gómez, o apenas 83 mil 805 votos de diferencia.

Con Ochoa al frente del PRI se reformaron estatutos para abrirle la puerta a Meade en la candidatura presidencial y a Mikel Arriola en la Ciudad de México. Ambos "ciudadanos sin partido" que podrían hacer al PRI competitivo en ambas contiendas. Y lo cierto es que no lo han sido.

El desgaste del gobierno de Peña contamina a ambos candidatos, pero en especial a Meade, quien fue secretario de Relaciones Exteriores, de Desarrollo Social y de Hacienda en este sexenio. Meade no ha podido articular una buena campaña porque no tiene un argumento creíble en torno a la corrupción. Su campaña no provoca entusiasmo, ni confianza. Por el contrario, la continuidad es vista como el peor de los males y Meade ha sido un candidato sumiso y omiso.

Para poder despegar, Meade necesitaba romper con Peña y con su gobierno y a menos de un mes de la elección esto no ha...

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