Genaro Lozano / Presidenta feminista

AutorGenaro Lozano

NUEVA YORK.- Hillary Clinton es ambiciosa, calculadora, agresiva y está dispuesta a todo para ganar la Casa Blanca. En eso no se diferencia de ningún político tradicional. Al mismo tiempo es la persona más preparada para ocupar el Poder Ejecutivo estadounidense y además es feminista. Tuvo como rival a un hombre sin escrúpulos, manipulador, ambicioso, pero también un hombre sin idea de lo público. Clinton debe ser Presidenta, porque se lo merece, porque se lo ganó.

El viaje de Clinton hacia la Presidencia empezó en el verano de 1848, en Seneca Falls, en el estado de Nueva York. Ahí Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott, madres del movimiento sufragista, se conocieron en una reunión y complotaron para organizar la primera Convención política de mujeres que exigían el voto. Unieron fuerzas con Frederick Douglass, un afroamericano que había sido esclavo, líder del movimiento abolicionista y uno de los primeros hombres en apoyar el voto femenino. Después se unió Susan B. Anthony y muchas mujeres más.

Desde Seneca Falls pasaron 72 años hasta que en 1920 se ratificara la Enmienda 19, que dio el voto a las mujeres. Charlotte Woodward era la única sobreviviente de las sufragistas de Seneca Falls, pero no pudo votar porque estaba enferma. Casi 100 años después, Hillary Rodham Clinton rompió el techo de cristal al ganar la candidatura demócrata y, si no hay sorpresas, también la Presidencia.

La trayectoria de ese logro no ha sido sencilla. Para el voto, las sufragistas fueron traicionadas por los abolicionistas. Las dejaron solas porque exigían el voto y derechos de propiedad. Irónicamente, Barack Obama, el heredero del movimiento abolicionista y de los derechos civiles, enmendó el rumbo al ser el aliado incondicional de Clinton. Ambos escribieron la historia juntos, en 2008 y en 2016.

Para Hillary no ha sido un viaje sin turbulencias. De las filas del Partido Republicano a las del Demócrata. De las aulas de Wellesley College, una universidad de señoritas, a las de Yale, donde era una de las pocas mujeres en estudiar. Del desprecio de la sociedad de Arkansas, porque era la primera dama que era una abogada independiente y usaba su apellido de...

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