Genaro Lozano / Autocrítica

AutorGenaro Lozano

Hace exactamente dos años, la mayoría de los mexicanos celebrábamos la llegada al poder del hombre por el que muchos votamos en las elecciones del 2006, 2012 y 2018. Para muchos era la primera vez que ganaba el candidato por el que habíamos votado. Fue un día de festejo, de muchísima esperanza y especialmente de expectativas desbordadas. Después de todo, AMLO llevaba décadas repitiendo el mismo diagnóstico sobre los males del país y con su llegada esperábamos que todo empezaría a mejorar significativamente, en todos los rubros, pero especialmente para los pobres. Primero los pobres, segundo los pobres y tercero los pobres. En este país de enormes injusticias, ése es el imperativo. Dos años después, la realidad ha golpeado a la 4T con una feroz pandemia que se vuelve en el énfasis inevitable para evaluar el segundo año.

El Presidente no sólo sigue optimista, sino además triunfalista. En agosto pasado declaraba aún que tenemos "el mejor gobierno en el peor momento" y seguramente tiene razón. Después de todo lo que vamos sabiendo del gobierno de Peña Nieto y del de Calderón, atascados ambos de corrupción e impunidad, la vara no estaba nada alta. Sin embargo, el de AMLO ya tiene dos años para compararse consigo mismo y en este tiempo ya hay más claridad no sólo de cómo reacciona ante una crisis, sino además de cuáles elementos y dependencias de su gobierno están dando resultados y cuáles solamente causando problemas.

La pandemia de la Covid-19 no le vino como anillo al dedo al gobierno, sino como un pesado yunque que lo obligó a moverse aún más lento y cuyo peso ha dejado unos baches en el camino. La pandemia hoy domina todo y es imposible evaluar el segundo año sin dimensionar cómo le ha pegado el virus a la salud de millones de mexicanos, a la economía del país y cuál ha sido la respuesta gubernamental. Y en esto hay grupos que pasan la prueba. El invaluable liderazgo del canciller, el de la jefa de Gobierno, el de la Comisión Coordinadora de Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad, el trabajo de los directivos del IMSS, y especialmente el incansable trabajo del personal de salud han mitigado la arrogancia y la superficialidad de López-Gatell y la inexplicable desaparición del secretario de Salud.

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