Gatillero temible

Un centro delantero fino, contundente y con estampa de crack llegó a Cruz Azul en 1984 para dejar en el olvido su paso por el América para convertirse en uno de los referentes del cuadro celeste.

Agustín Manzo vio la luz en el futbol profesional enfundado en la playera crema, donde también militó su hermano gemelo Armando, pero fue con la de los azules con la que vivió sus mejores momentos, identificándose tanto con los colores de La Noria que hasta la fecha los defiende.

Su padre quería que practicara tenis, pero en su juventud desarrolló un gusto muy especial por el futbol que lo llevó a debutar a los 17 años.

"En América estuve cuatro años, hasta 1980. Después jugué tres más en Toluca y de ahí me contrató Cruz Azul cuando estaban como director técnico Alberto Quintano y como director deportivo Raúl Cárdenas. Ahí comenzó todo.

"Me llamaron y acá pasé seis años de mi carrera como futbolista, siendo éste el equipo en el que más tiempo estuve, al que más cariño le adquirí, al ser un club impregnado de una excelente mentalidad y con un enorme respeto a una gran empresa", comentó.

Con goles enamoró a la afición celeste y es que su pasión por Cruz Azul fue tal que no le importó protagonizar férreas luchas deportivas con su hermano americanista, haciendo del Clásico Joven un duelo familiar en el que el escudo estaba por encima de los lazos sanguíneos.

"Cada que nos topábamos salían chispas. Cada quien buscaba ayudarle a su equipo a sacar el triunfo, pero todo era parte del juego. Son anécdotas que tuve la suerte de vivir porque recuerdo cuando nos escapábamos de mi papá para hacer tiros a la portería.

"Ahora te puedo decir que Cruz Azul ha significado mucho en mi vida. Significa la...

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