Juan García de Quevedo / El desplegado: puro artificio

AutorJuan García de Quevedo

La lógica y el sentido común, una mínima intuición de futuro y algo de conocimiento del pasado nos dicen que nuestro país como América Latina ha preferido siempre un régimen presidencialista. Son años y años de historia donde el presidencialismo ha demostrado ser eficaz y conveniente para los propósitos de nuestra clase política. También el sentido común nos indica que nuestros gobiernos, en los que se refiere a sus órganos de gobierno, son de mayorías y minorías con la posibilidad siempre presente de que las mayorías dejen de serlo y las minorías se conviertan en mayorías. El problema es que, hasta donde mi memoria alcanza, las oposiciones de hace tiempo tenían una firme convicción de gobiernos divididos, esto es, bloques opositores que se convertirían en mayoría y harían oposición al Ejecutivo desde el Congreso. Se hablaba entonces de intensificar la vida parlamentaria y buscar a toda costa acotar el poder presidencial. En los últimos tres años del Presidente Zedillo se dio esta experiencia y perredistas y panistas formaron un bloque parlamentario para juntos ser más que la mayoría relativa que tenía el PRI en el Congreso.

Hoy parece que eso de acotar al Presidente ya no tiene sentido porque se habla de la parálisis legislativa que produce el actual diseño institucional.

Hoy se habla de condiciones de gobierno dando mayor poder al Congreso para que el Ejecutivo tenga la fuerza de esas coaliciones en el gobierno y pueda ser acompañado en sus acciones programáticas de gobierno. Un gobierno semi parlamentario sumamente singular. Con el agravante que, de acuerdo con la experiencia reciente, los parlamentarios han mostrado mayor inclinación al desacuerdo intransigente que a la negociación de acuerdos. La verdad es que el problema del Congreso es su propia incapacidad y la existencia de oposiciones que cumplen con su deber lógico y natural de ser oposición. Ser oposición porque ese es el mandato ciudadano y ser oposición porque querrán, si el sentido común no falla, ser mayoría. Pero lo que falla es el diseño institucional que sería saludable...

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