Gancho al hígado

(Embargada para sitios en Internet hasta las 24:00 horas locales)Celebramos una Convención másJosé SulaimánEL UNIVERSALTras un agobiante tráfico hacia el aeropuerto, que por poco me hace perder el vuelo a Las Vegas, subí al avión que me llevaría a la convención anual número 49 del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).Durante el trayecto y al salir de las nubes para ver el azul del cielo que en México casi nunca vemos, la nostalgia invadió mi mente; hace sólo un par de días que celebré mi aniversario número 36 como presidente del CMB, y no sé cómo es que tan pronto se fueron los años. Atrás han quedado años maravillosos que llenaron mi corazón de toda clase de experiencias. Como en mi infancia, en mi inolvidable Jaumave, Tamaulipas -un pueblito, entonces de no más de 800 habitantes- donde todos los días el lechero llegaba en su burro, por la madrugada, para depositar las botellas de leche en un rincón del portal de mi casa; el mundo ha cambiado, porque ahora la leche se surte hasta por pedidos en internet.Recordaba en espacios anteriores la emoción que me produjo haber venido desde mi Ciudad Victoria a la Ciudad de los palacios, la capital de México, para ser testigo de la fundación del CMB que empezó también como un sueño y con objetivos que para mi boxeo provinciano estaban todavía fuera de mi comprensión, pensamientos mismos que en este vuelo me trasladaron a aquel día de 1975, en Túnez, una población del norte de África con residentes de sangre árabe, como mi padre, donde en lugar de mi decisión de retirarme del boxeo y dedicarme exclusivamente a mis negocios, volví sin esperarlo ni soñarlo, ya como presidente del CMB. Me vinieron a la mente también mis primeros pasos en el boxeo mexicano, cuando fui testigo del hambre de los boxeadores, siempre mis amigos, quienes recibían sueldos de miseria al grado de que no les alcanzaba ni para curarse sus heridas; los abusos, la explotación a esos seres humanos que se golpeaban para poder comer y ver que si había dinero era para la bolsa de otros, no para ellos, y todavía escuchar el interés del público que cuando no había sangre la exigían a gritos.Eso fue lo primero que me vino a la mente durante mi primera elección, cuando dije a los delegados que la aceptaría a cambio del compromiso unánime e inexcusable de tener como prioridad, como columna vertebral, la entrega apasionada para implementar la medicina deportiva y así proteger la salud y la vida de los boxeadores como seres humanos que son y no como...

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