Galopa Sebastián entre aniversarios

AutorOscar Cid de León

Cuando Sebastián se montó en la grúa para colocar la última pieza de El caballito, se soltó a llorar.

"La verdad que la emoción de verlo ya puesto, todo asentado, fue grande", señala al recordar la instalación de la obra que cambió el perfil de Reforma hace 20 años; esa "bofetada de color", como dijo en su momento el periodista y escritor Roberto Vallarino.

"Cuando bajé de la grúa pensaron que hasta venía yo bebido, pero no fue más que emoción".

En entrevista, Sebastián evoca la conclusión de la escultura que sería inaugurada el 15 de enero de 1992 por el Presidente Carlos Salinas de Gortari y el Regente Manuel Camacho Solís, acompañados de Max Haddad, quien como propietario de la Torre del Caballito le comisionó la obra para donarla a la Ciudad.

Cuenta el artista que mientras colocaba la parte superior de la escultura, miró hacia Reforma y supo que estaba cumpliendo su sueño: pasar a la historia del arte mexicano al formar parte del muestrario escultórico del paseo más importante de México, según dice.

"Yo sabía que El caballito se iba a convertir en un icono y en uno de los símbolos de la Ciudad, y eso era lo que me emocionaba. No pensé que iba a pasar tan rápido el tiempo, aunque 20 años no es nada".

Pero, ¿a Sebastián le interesa ser un símbolo?

"A mí, personalmente, no, pero es la condición de la escultura urbana. Y eso sucede desde las cavernas, los dolmenes, los menhires, los obeliscos, luego las puertas de entrada a las grandes ciudades del pasado, los arcos del triunfo, se vuelven símbolos profundos, tremendos, que trascienden a su autor, como la Torre Eiffel. Y no es que yo lo quisiera, pero ya intuía que cualquier obra urbana que se apropia del entorno trasciende como símbolo".

Recuerda que su Caballito, o más bien cabeza de caballo, recibió muchas críticas en su momento, pues su presencia parecía romper con la armonía de Reforma. De allí la "bofetada" que refería Vallarino.

"Lo que pasa es que había, digamos, casi un 80 por ciento de críticas en contra y un 20 en pro, pero eso me dio la posibilidad de aparecer y que me hiciera más popular. Después comencé a tener adeptos y fue cambiando la proporción. Creo que, actualmente, un 90 por ciento está en pro y un 10 en contra".

Pero El caballito, que en su cresta posee respiraderos que desahogan de malos olores al drenaje profundo del DF, no iba a ser un caballito, precisa el escultor. La obra que había sido aprobado fue una columna abstracta, prácticamente una chimenea que obedecía a...

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