La Gacetilla de Tlacopac

AutorHumberto Murrieta

'Se abre la sesión. Tiene la palabra...". Es la voz grave (de un tiempo acá, universalmente conocida), desde luego majestuosa, del Rey Juan Carlos I. Son las 12:40 horas del 8 de mayo en Madrid, en algún salón de los jardines de El Retiro, equivalente a nuestro Bosque de Chapultepec. Sesión solemne para la entrega de los Premios Internacionales de Periodismo Rey de España, que son siete (radio, revista, fotografía, etcétera) uno de los cuales, quizás el principal, es el Premio Quijote al periodismo otorgado a Germán Dehesa. No hay himno ni mayor parafernalia y el conductor del evento, ya dicho, fue el propio Rey.

Acompañamos a Germán un titipuchal; todos, imposible. Sus cuatro hijos: Canito, la Pequeña Carlos, Viruta y el Bucles. Su staff en masa: la RosaChiva, el Auriga Pancho, el gran David, Janet. Y no pocos lectores fanáticos: el Rulos con Patricia; la Huerca Concha Lupe; las Arcaraz (Viajeras que van...), madre e hija; el Benemérito Xalapeño y su abnegada; el Polituso, y Julio, digno representante de los "pokaristas" de los domingos. También aquí Carmen Aristegui y la valerosa Lydia Cacho que mañana en la Casa de América presenta su segundo libro. Llegamos a Madrid cada quien como pudo; cada quien por su lado.

En los emocionados adentros de Dehesa no hay duda de que también estaban presentes los otros muchos personajes que con distinta intensidad y frecuencia visitan su columna y forman parte de su vida: La Tacher, Hillary y la Rubia Misteriosa; Quike el Mudancero; su Tía Agatha; el Figura; el Rattan; el del apodo innombrable; el Califa de Tlacotalpan; Ben Amur Simon, en fin, muchos, aquí sí todos los que habitan el enorme y generoso condominio que tiene por corazón.

El Retiro nos recibió con evocador chipichipi xalapeño. Germán estaba radiante, muy majo, si posible guapo, estrenando flux (así le dicen los yucatecos), zapatos y, bromea él, hasta calzones. Nosotros, la indiada, rechinando de limpios, muy puntuales -a fe que no desentonamos. Todos los galardonados de oscuro; el Rey de traje abierto de dos botones, gris claro con tenues rayas azulitas que hacían juego con la camisa, y la Reina, elegante y fina, con traje de dos piezas en rosa maquillaje esparcido con rayitas en hilo negras y zapatos perfectamente a juego con los colores que la arropaban.

Ya REFORMA hizo puntual recuento de los conceptos y discursos...

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